Gigi... suerte la tuya. Y digo suerte, porque tengo la impresión de que si es una mujer quien lleva a los perros, se las increpa más que a los hombres.
Es curioso que, cuando voy con mi pareja paseando con los perros, no me encuentro casi nunca esas situaciones, siempre me pasan esas cosas cuando voy sola, siempre siempre.
Como el día que un viejo iba por la acera de enfrente de mi calle y yo con mis perros atados y suelta el tio:
- ¡¡Dos perros!! No uno, no... ¡Dos! ¡Hay quien tiene hasta 3!
A lo que yo me giré y le respondí: Yo tengo los perros que me da la gana, que yo a ud. no le digo como tiene que vivir. Cuando yo me meta en su vida, ud. se podrá meter en la mía.
O la vez que me aparté cerca del bordillo, no subida en la acera, porque pasaban coches.
Ojo, repito, estaba en la carretera, solo que echada a un lado, sin subirme a la acera (en un hueco entre coches aparcados) y Elliot olía y meaba EN la carretera, ni siquiera meó en el bordillo.
Y una vieja asomada a la ventana mirando y me dice:
- ¿Qué? ¿Va a mear aquí todo el día?
A lo que yo le respondo, muy educada (soy educada, hasta que pierdo los papeles).
- Señora, estoy en la carretera, mi perro no ha meado ni la pared, ni los coches ni nada, estoy en medio de la carretera.
Y la señora empieza a subir el tono...
- Es que estoy harta de limpiar los pipis y las cacas de mi acera.
- Señora, estoy en la carretera y no le he ensuciado ni la acera ni la pared. Y cacas de mi perro, no ha recogido ud. ninguna.
La señora empieza ya a chillar repitiendo que si huele, que si no puede tener la ventana abierta, que si las cacas, que si los pipis, que si esto, que si el perro que cague en tu casa.
Yo sigo, educada, diciéndole que estoy en la carretera, que no me puede decir nada, que no le ha meado la pared ni la acera (y la señora... ¡¡Si lo hace te denuncio!!) y que no ha recogido cacas de mis perros.
La señora sigue chillando a grito pelao y con muy malas formas, a lo que al final, ya cuando me iba, le solté, también a voz en alto:
-¡¡Señoraaa, váyase ud. a la mierda!!
Quiso Sookie, el día después, colorearle la cara a la señora y se puso a cagar, frente a la ventana de la misma señora, pero en el bordillo contrario al de la casa de la señora.
La señora, nuevamente, mirando por la ventana, y yo empiezo a recoger la caca sin decir ni mu.
Cuando la recojo, aún con la bolsa abierta y la caca bien visible le digo:
- ¿Ve señora, como las cacas de mis perros no las recoge ud.?
Ahí ya se puso ella más suavecita que un guante, excusándose... que si es que era una cochinada lo que hacía la gente, que si es que ésto... lo otro... pero así como avergonzada y como digo, muy suavecita, como un corderito.
Y entonces, ya calmada, le dije: Es que uds. siempre increpan a los que lo hacemos bien. Cuando pillen al guarro in fraganti, le acribillen, pero a los demás no, porque puede pasar que el otro a quien increpas haga las cosas bien.
A lo que ya, la señora, ya mucho más divertida esta parte, me dice: "Es que se vienen a mear y dejar las cacas aquí, no en la casa de enfrente, si no aquí.
Ya le suelto yo, socarroncilla: ¡¡Acabáramoooos!! Que a ud. no le importa la suciedad, que lo quiere es que se ensucie la casa del vecino. ¡¡Qué civilizado!! ¡Claro que sí!
Luego me soltó que había echado los polvos amarillos a la fachada, a lo que yo le dije: Eso está prohibido y yo la podría denunciar (¡toma moza!).
Y ya la última, cuando la vi unos días después a las 10:00 de la mañana con la bolsa de basura para echarla al contenedor. ¡Divertido momento cuando le dije que qué guarrada tirar la basura a esas horas y que qué multa le podía caer por cometer tal guarrada!
