Cosme estaba exhausto, desorientado parecía buscar a alguien. Tenía la cara hinchada y una masa sanguinolenta le cubría la mandíbula. Bajo los cuatro pelos ralos que aún conservaba, tenía la piel enrojecida. En un estado de extrema debilidad, desnutrición y deshidratación, quiso dejarse morir en la puerta de una farmacia.
Los vecinos del barrio entraban y salían de la farmacia evitándolo, ignorando que ante sus mismas narices había un ser vivo dolorido que languidecía. Algunos planeaban llamar a los municipales para que retiraran los desperdicios. Otros vecinos daban el aviso a una clínica veterinaria cercana pero se negaban a trasladarlo. E incluso alguien, que finalmente se decidió a llevarlo, lo devolvió a la puerta de la farmacia ¡porque no iba a hacerse cargo de los gastos! ¡Ni se lo iba a llevar a su casa! ¡Ni iba a pagarle una residencia! ¡Estaría bueno!
Los estupendos vecinos del barrio de Sevilla Este, con sus estupendos perritos decidieron que un chucho mugriento se muriera delante de sus narices.
Fue nuestra Sara, nuestra “minusválida” incombustible la que con sus problemas de movilidad y sus manos entumecidas por la enfermedad, rescató a Cosme y lo llevó de nuevo a la clínica veterinaria. La que movilizó a sus amigas para recaudar el dinero que se necesitaba para Cosme. La que se lo llevó a su casa.
Sara no dijo: “Es que yo tengo 3 perros en casa” “Es que mi marido no quiere” “Es que tengo Esclerosis Múltiple”. Sara le salvó la vida a Cosme.
La falta de compasión no es exclusiva de esos barrios marginales de los que tantas veces nos llegan noticias terribles. En los barrios “buenos” hay mucha mierda que barrer.
Está en Sevilla pero se envía a otras provincias, con vacunas y microchip y esterilizado.
Para más información contactar con adopciones@elrefugioescuela.com
Fotillos de Cosme aquí:
http://elrefugioescuela.com/agonia
