El cuidado de la boca
El cuidado de la boca
Todavía hoy son pocos los propietarios verdaderamente conscientes de la importancia de mantener los dientes y encías de sus perros en perfectas condiciones.
Y sin embargo casi el 85% de los perros de dos años de edad, padecen algún tipo de problema relacionado con una mala higiene bucal, que a la larga puede llegar a causar otras complicaciones más o menos importantes de salud.
Por increíble que nos pueda parecer, a la mayoría de nosotros, el mal aliento de los perros nos resulta algo “familiar” y que creemos que es intrínseco al animal. Tanto que pocas veces le prestamos atención... y a casi nadie se le ocurre que el perro pueda tener la necesidad de cepillarse los dientes, como hemos de hacer nosotros mismos a diario.
En estado salvaje, unos dientes sanos y fuertes, bien desarrollados y perfectamente implantados sobre encías igualmente sanas y fuertes son esenciales para poder capturar a las presas, darles muerte y luego poder ingerirlas. La variedad de alimentos que el perro, en su hábitat natural, consume habitualmente y las distintas consistencias de estos (varios tipos de roedores y otras pequeñas presas, con sus distintos tipos de piel, textura de la carne y de la musculatura y tendones, tamaño de los huesos, etc., junto con bayas y otras frutas frescas, algo de hierba predigerida que encuentran en el estómago de algunas de esas presas, cáscaras de árboles y otros tipos de fibra...), son suficientes para mantener la boca sana y limpia. Aunque no es menos cierto que en ocasiones, al roer grandes huesos se pueden quebrar y partir algunas piezas dentales, especialmente las muelas carniceras o los dientes caninos y que ello casi siempre deriva en una infección dental, ciertamente dolorosa.
PROBLEMAS DENTALES Y GINGIVALES
Pero hoy en día, en su actual estado de domesticidad, los perros ya casi nunca disfrutan de la posibilidad de ingerir el tipo de alimento que comieron sus antepasados salvajes. Más bien tienen que contentarse con ingerir alimentos blandos (comida enlatada) que no necesitan masticar, o las croquetas de pienso seco, que tragan casi enteras o solo ligeramente masticadas. Alimentos que son muy cómodos de servir, pero que difieren enormemente de aquellos otros para los que su estructura bucal estaba inicialmente preparada y construida. Y es precisamente por ello por lo que en la actualidad un elevadísimo porcentaje de perros domésticos padecen, cada vez con más precocidad, de problemas dentales y gingivales que, por no ser detectados ni atendidos y solucionados a tiempo, acaban teniendo otra serie de consecuencias para su salud.
No hemos de olvidar que la boca (dientes, lengua, encías y glándulas salivares) constituye la primera parte del sistema digestivo del perro. Y tampoco podemos menospreciar el hecho de que dientes, lengua y encías tienen mucho que decir, por su aspecto, sobre el estado general del perro.
Cuando los dientes y las encías no desarrollan plenamente el cometido que les ha sido asignado en el proceso de la digestión, que es el de masticar suficientemente los alimentos que se ingieren, además de que esta resulta más lenta y difícil, ocurre que poco a poco se va depositando entre dientes y sobre las encías la denominada placa dental, que está compuesta fundamentalmente de bacterias (dos tercios de su composición), restos de partículas alimenticias y saliva.
La sucesiva acumulación de varias capas de placa dental da lugar al denominado sarro dental, que acaba resultando en un proceso de deterioro de las encías que se conoce como gingivitis (inflamación de las encías, que acaban por ulcerarse), y que si no es tratada a tiempo termina por desencadenar una infección de mayor calado que ataca al diente y al hueso y que se conoce como periodontitis (inflamación del periodonto, la membrana que envuelve el diente). Esta tiene como consecuencia el debilitamiento de las encías, que no son entonces capaces de sostener con firmeza las piezas dentales, lo que acaba por causar su pérdida. Y, por si todo esto fuera poco, al estar los dientes inflamados y sueltos y las encías débiles, ulceradas e infectadas, los agentes bacterianos contenidos en el sarro, alcanzan rápidamente el torrente sanguíneo dando lugar a la multiplicación de estas bacterias en otras partes del organismo.
LO QUE PUEDE Y DEBE EVITARSE
No estamos pues hablando de un problema menor, sino de algo que puede y debe evitarse, para asegurar así el mayor bienestar del perro.
En nuestras manos está procurarle al animal una óptima higiene dental, dado que en las actuales circunstancias será muy improbable que pueda instintivamente buscarse la forma de mantener limpia y sana su dentadura.
Son varias las opciones que se nos ofrecen, si bien es cierto que alguna de ellas presenta un elevado nivel de controversia, todavía hoy, dado que son muchas las personas y los veterinarios que no ven con buenos ojos el que el perro pueda roer huesos, ni siquiera de gran tamaño, dado que cualquier esquirla o trozo que se trague puede causar otros problemas, como por ejemplo obstrucciones intestinales que tantas veces acaban teniendo que ser tratadas mediante cirugía.
Es por ello por lo que quienes abogan por que el perro tenga la posibilidad de morder huesos de rodilla de vaca (nunca aquellos otros de conejo, liebre, cordero, pollo, pavo u otras aves que se astillan con gran facilidad y presentan un riesgo todavía mayor), admiten que es preferible que estos estén crudos por cuanto son más flexibles y menos susceptibles que partirse, o solo ligeramente cocidos, para evitar la posible transmisión de una Salmonellosis. Y quienes opinan que es esencial que los perros empiecen a familiarizarse con los grandes huesos cuando todavía son cachorros, pues está comprobado que es más fácil que habiendo aprendido de bien pequeños a manejarlos con cuidado, no corran riesgos en otras etapas de su vida, mientras que esos otros a los que se les presenta la oportunidad de roer su primer hueso en la etapa juvenil, adulta o senescente suelen ser los que, por ignorancia, se tragan trozos grandes de los que luego su sistema digestivo no es capaz de librarse adecuadamente.
Otras posibilidades pasan por el empleo de pasta dental específicamente formulada para los perros y cepillos de dientes también diseñados para este menester, utilizados con una frecuencia semanal; y por el uso de juguetes y mordedores también específicamente concebidos y formulados para evitar la formación de placa dental o desprenderla cuando aún no haya adquirido la suficiente solidez que haga imposible su desprendimiento.
Cuando nada de todo esto resulta ya efectivo, suele ser necesaria la intervención del Veterinario que practicará una limpieza de boca, muy similar a la que los dentistas nos realizan a nosotros. Y en algunos casos se hace incluso imprescindible sedar al animal y proceder a una limpieza en profundidad, para eliminar el sarro acumulado. Otras veces es incluso necesario intervenir quirúrgicamente sobre la raíz de uno o más dientes fracturados o astillados o a la extracción de ciertas piezas ya muy deterioradas. También es frecuente el empleo de antibióticos específicos para eliminar las infecciones gingivales y las úlceras bucales.
Finalmente y como dato curioso, cabe mencionar que en los perros es infrecuente la aparición de caries y si alguna vez aparecen, se debe única y exclusivamente al hecho de que alguien de la familia está dando al perro productos dulces o azucarados, un hecho que debe evitarse a toda costa por cuanto tiene otras implicaciones tanto o más serias para su salud.
PRIMEROS SÍNTOMAS DE PROBLEMAS GINGIVALES:
• Halitosis
• Sarro de color amarillento o castaño
• Ulceras bucales
• Dientes sueltos o su falta
• Salivación excesiva
• Irritabilidad y/o comportamiento inestable (por dolor)
• Encías inflamadas o sangrantes
• Elegir masticar siempre por un solo (mismo) lado
• Dejar caer comida al suelo, con frecuencia
• Rechazo de la comida, incluso cuando existe apetencia
Y sin embargo casi el 85% de los perros de dos años de edad, padecen algún tipo de problema relacionado con una mala higiene bucal, que a la larga puede llegar a causar otras complicaciones más o menos importantes de salud.
Por increíble que nos pueda parecer, a la mayoría de nosotros, el mal aliento de los perros nos resulta algo “familiar” y que creemos que es intrínseco al animal. Tanto que pocas veces le prestamos atención... y a casi nadie se le ocurre que el perro pueda tener la necesidad de cepillarse los dientes, como hemos de hacer nosotros mismos a diario.
En estado salvaje, unos dientes sanos y fuertes, bien desarrollados y perfectamente implantados sobre encías igualmente sanas y fuertes son esenciales para poder capturar a las presas, darles muerte y luego poder ingerirlas. La variedad de alimentos que el perro, en su hábitat natural, consume habitualmente y las distintas consistencias de estos (varios tipos de roedores y otras pequeñas presas, con sus distintos tipos de piel, textura de la carne y de la musculatura y tendones, tamaño de los huesos, etc., junto con bayas y otras frutas frescas, algo de hierba predigerida que encuentran en el estómago de algunas de esas presas, cáscaras de árboles y otros tipos de fibra...), son suficientes para mantener la boca sana y limpia. Aunque no es menos cierto que en ocasiones, al roer grandes huesos se pueden quebrar y partir algunas piezas dentales, especialmente las muelas carniceras o los dientes caninos y que ello casi siempre deriva en una infección dental, ciertamente dolorosa.
PROBLEMAS DENTALES Y GINGIVALES
Pero hoy en día, en su actual estado de domesticidad, los perros ya casi nunca disfrutan de la posibilidad de ingerir el tipo de alimento que comieron sus antepasados salvajes. Más bien tienen que contentarse con ingerir alimentos blandos (comida enlatada) que no necesitan masticar, o las croquetas de pienso seco, que tragan casi enteras o solo ligeramente masticadas. Alimentos que son muy cómodos de servir, pero que difieren enormemente de aquellos otros para los que su estructura bucal estaba inicialmente preparada y construida. Y es precisamente por ello por lo que en la actualidad un elevadísimo porcentaje de perros domésticos padecen, cada vez con más precocidad, de problemas dentales y gingivales que, por no ser detectados ni atendidos y solucionados a tiempo, acaban teniendo otra serie de consecuencias para su salud.
No hemos de olvidar que la boca (dientes, lengua, encías y glándulas salivares) constituye la primera parte del sistema digestivo del perro. Y tampoco podemos menospreciar el hecho de que dientes, lengua y encías tienen mucho que decir, por su aspecto, sobre el estado general del perro.
Cuando los dientes y las encías no desarrollan plenamente el cometido que les ha sido asignado en el proceso de la digestión, que es el de masticar suficientemente los alimentos que se ingieren, además de que esta resulta más lenta y difícil, ocurre que poco a poco se va depositando entre dientes y sobre las encías la denominada placa dental, que está compuesta fundamentalmente de bacterias (dos tercios de su composición), restos de partículas alimenticias y saliva.
La sucesiva acumulación de varias capas de placa dental da lugar al denominado sarro dental, que acaba resultando en un proceso de deterioro de las encías que se conoce como gingivitis (inflamación de las encías, que acaban por ulcerarse), y que si no es tratada a tiempo termina por desencadenar una infección de mayor calado que ataca al diente y al hueso y que se conoce como periodontitis (inflamación del periodonto, la membrana que envuelve el diente). Esta tiene como consecuencia el debilitamiento de las encías, que no son entonces capaces de sostener con firmeza las piezas dentales, lo que acaba por causar su pérdida. Y, por si todo esto fuera poco, al estar los dientes inflamados y sueltos y las encías débiles, ulceradas e infectadas, los agentes bacterianos contenidos en el sarro, alcanzan rápidamente el torrente sanguíneo dando lugar a la multiplicación de estas bacterias en otras partes del organismo.
LO QUE PUEDE Y DEBE EVITARSE
No estamos pues hablando de un problema menor, sino de algo que puede y debe evitarse, para asegurar así el mayor bienestar del perro.
En nuestras manos está procurarle al animal una óptima higiene dental, dado que en las actuales circunstancias será muy improbable que pueda instintivamente buscarse la forma de mantener limpia y sana su dentadura.
Son varias las opciones que se nos ofrecen, si bien es cierto que alguna de ellas presenta un elevado nivel de controversia, todavía hoy, dado que son muchas las personas y los veterinarios que no ven con buenos ojos el que el perro pueda roer huesos, ni siquiera de gran tamaño, dado que cualquier esquirla o trozo que se trague puede causar otros problemas, como por ejemplo obstrucciones intestinales que tantas veces acaban teniendo que ser tratadas mediante cirugía.
Es por ello por lo que quienes abogan por que el perro tenga la posibilidad de morder huesos de rodilla de vaca (nunca aquellos otros de conejo, liebre, cordero, pollo, pavo u otras aves que se astillan con gran facilidad y presentan un riesgo todavía mayor), admiten que es preferible que estos estén crudos por cuanto son más flexibles y menos susceptibles que partirse, o solo ligeramente cocidos, para evitar la posible transmisión de una Salmonellosis. Y quienes opinan que es esencial que los perros empiecen a familiarizarse con los grandes huesos cuando todavía son cachorros, pues está comprobado que es más fácil que habiendo aprendido de bien pequeños a manejarlos con cuidado, no corran riesgos en otras etapas de su vida, mientras que esos otros a los que se les presenta la oportunidad de roer su primer hueso en la etapa juvenil, adulta o senescente suelen ser los que, por ignorancia, se tragan trozos grandes de los que luego su sistema digestivo no es capaz de librarse adecuadamente.
Otras posibilidades pasan por el empleo de pasta dental específicamente formulada para los perros y cepillos de dientes también diseñados para este menester, utilizados con una frecuencia semanal; y por el uso de juguetes y mordedores también específicamente concebidos y formulados para evitar la formación de placa dental o desprenderla cuando aún no haya adquirido la suficiente solidez que haga imposible su desprendimiento.
Cuando nada de todo esto resulta ya efectivo, suele ser necesaria la intervención del Veterinario que practicará una limpieza de boca, muy similar a la que los dentistas nos realizan a nosotros. Y en algunos casos se hace incluso imprescindible sedar al animal y proceder a una limpieza en profundidad, para eliminar el sarro acumulado. Otras veces es incluso necesario intervenir quirúrgicamente sobre la raíz de uno o más dientes fracturados o astillados o a la extracción de ciertas piezas ya muy deterioradas. También es frecuente el empleo de antibióticos específicos para eliminar las infecciones gingivales y las úlceras bucales.
Finalmente y como dato curioso, cabe mencionar que en los perros es infrecuente la aparición de caries y si alguna vez aparecen, se debe única y exclusivamente al hecho de que alguien de la familia está dando al perro productos dulces o azucarados, un hecho que debe evitarse a toda costa por cuanto tiene otras implicaciones tanto o más serias para su salud.
PRIMEROS SÍNTOMAS DE PROBLEMAS GINGIVALES:
• Halitosis
• Sarro de color amarillento o castaño
• Ulceras bucales
• Dientes sueltos o su falta
• Salivación excesiva
• Irritabilidad y/o comportamiento inestable (por dolor)
• Encías inflamadas o sangrantes
• Elegir masticar siempre por un solo (mismo) lado
• Dejar caer comida al suelo, con frecuencia
• Rechazo de la comida, incluso cuando existe apetencia
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Salvo el apartado de que se hace caca por toda la casa, el resto es lo que hacen todos los perros, despues de comer huesos, la caca es blanquezina y de aspecto de serrincamaleon escribió:pues mi perro cuando le doy los huesos lo que le pasa que hace la caca amarilla y muy muy seca, parece serrin, y esta todo elr ato cagando asi, muy seco y se caga por la casa.... no se el porque
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camaleon escribió:pues mi perro cuando le doy los huesos lo que le pasa que hace la caca amarilla y muy muy seca, parece serrin, y esta todo elr ato cagando asi, muy seco y se caga por la casa.... no se el porque
eso le pasa a la perra de mi hermana, porque le da huesos de carniceria pero cocidos.....
que huesos le das??
Este la verdad es que tiene una dentadura impecable, sin malos olores ni sarro, ni nada parecido, la tiene genial.
Pidele a un perro que corra y será el mejor, pidele que busque y estará buscando todo el dia, pidele que caze y cazará siempre, pidele que sea un humano y no sabrá qué hacer.
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los huesos no hay que cocerlos, hay que congelarlos y darselos crudos completamente, cuando se cuecen es cuando se producen las diarreas y los problemas.
Pidele a un perro que corra y será el mejor, pidele que busque y estará buscando todo el dia, pidele que caze y cazará siempre, pidele que sea un humano y no sabrá qué hacer.
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huesos de rodilla de ternera o de caña, los dan en la carniceria.
los congelas y luego se los das CRUDOS.
Yo se lo doy y él se lo deja en su cama, y cuando le apetece lo roe, cuando ya está muy roido lo tiro y le doy otro, en la carniceria me los regalan y siempre tengo dos o tres en el congelador.
Se lo puedes dar a cuaquier edad, yo siempre los recomiendo a los cachorros que estan con los dientes, y a los adultos para la limpieza bucal y como juguete.
los congelas y luego se los das CRUDOS.
Yo se lo doy y él se lo deja en su cama, y cuando le apetece lo roe, cuando ya está muy roido lo tiro y le doy otro, en la carniceria me los regalan y siempre tengo dos o tres en el congelador.
Se lo puedes dar a cuaquier edad, yo siempre los recomiendo a los cachorros que estan con los dientes, y a los adultos para la limpieza bucal y como juguete.
Pidele a un perro que corra y será el mejor, pidele que busque y estará buscando todo el dia, pidele que caze y cazará siempre, pidele que sea un humano y no sabrá qué hacer.