Laura y Andrea ya han cumplido 4 años, y en este caso si estamos seguros, porque llevan todo este tiempo con nosotros. Llegaron al refugio cuando eran unos preciosos cachorros de 1 mes. Eran una camada completa rescatada de la calle. Como suele pasar con los cachorros, eran las primeras elecciones de los adoptantes y poco a poco, todos fueron abandonando el refugio. Pero nadie se fijo nunca en ellas. Laura y Andrea eran ajenas a lo que ocurría. Veían desaparecer a sus hermanos pero ellas eran felices. Jugaban todo el día con sus compañeros, recibían mimos y cuidados de los voluntarios y tenían comida y agua. Pero pasaba el tiempo y ellas seguían allí, mientras, uno tras otro, sus amigos se marchaban. Laura y Andrea nunca han conocido el calor de un hogar, ni de una familia. Para ellas no existe otro hogar que el refugio, y por tanto no extrañan nada. Pero ¿os imagináis lo maravilloso que sería enseñarles lo que es una familia que las quiera de verdad? Me encantaría ver sus reacciones y su evolución al ser el centro de atención de sus amos, los reyes de la casa, las niñas mimadas? Uffff, que envidia me dan los afortunados que tomen esa maravillosa decisión. Llenarán su vida de satisfacciones y ellas conocerán por fin el calor de un hogar.
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Esta es Andrea:
Esta es Laura: