ADIÓS A UN GRANDE
ADIÓS A UN GRANDE
Adiós Shogun, gracias por regalarme 9 años de tu vida, por hacerme tan feliz cuando nadie más lo hacía, porque tu mirada queda grabada en mi corazón y aunque pase el tiempo siempre llevaré ese recuerdo de tus ojitos cafés regalándome tanto amor. Gracias porque siempre estuviste disponible para mi, tu horario para conmigo, era abierto a mi disposición, siempre me esperaste, jamás me reclamaste por nada que hiciera o dejara de hacer. Gracias por ser mi fuerza cuando más sola me siento, tan fácil como ir contigo y platicar, observar tus ojitos, mirar tus orejas de radar y saber que, también eso iba a pasar; me limpiabas las lágrimas con tu lengua, me abrazabas, me consentias sólo para hacerme sentir bien. Gracias por que siempre me supiste escuchar, talvez eras medio orejas pero cuando se trataba de hablar siempre supiste callar y darme ánimo en silencio. Gracias por tantas noches de insomnio cuidandote desde que llegaste a mi vida, por que pasamos por muchas cosas dificiles que nos hacía sufrir y aún así me permitiste estar a tu lado, seguir junto a ti pasara lo que pasara. Gracias porque eres motivo de mis más grandes orgullos, un hermoso pastor aleman, grandote, bueno, fiel, obediente, chismes, jugueton, futbolero, excelente portero como tu padre. Yo sé que mi vida sin ti jamás volverá a ser igual, eres un parteaguas, un antes de Shogun y un después de ti porque la alegria que me hacías siempre sentir me va a hacer tanta falta, yo sé que sabes cómo será mi vida sin ti, cuánto me duele el corazón, si pudiera, juro que te regalaría mi vida para que regresaras y mi familia pudiera seguir disfrutandote, eres un ángel que Dios puso en mi camino cuando más necesitaba ganas de vivir, ¿sabes cuánta paz y felicidad sentía tan sólo por ir a la terraza y verte?, como siempre jugueton, sin soltar tu balón, ladrandole a los gatos, escodiendote entre mis piernas por los cohetes, lamiéndome, mojandome, haciendome reir o enojar porque te tardabas en obedecer... Pensar que jamás voy a volver a escuchar tus ladridos, que las croquetas que compramos para ti ahi se quedarán, pensar que nadie me va a regañar porque hace mucho escándalo mi perro, que ahora ya soy la única a la que le gusta el pollo en la casa, que ya no voy a ver tu mirada juguetona... Perdón porque te fuiste y no sé ni cuál fue tu mal, ese dolor talvez te lo compense diciéndote que estoy muy mal por ti, muy mal porque prometiste que yo iba a morir primero y tu me ibas a enterrar, muy mal porque se fue mi mejor amigo, muy mal porque me había reconciliado con Dios gracias a ti, muy mal porque lo único que quiero es estar llorando como si mis lagrimas te pudieran regresar, muy mal porque te estoy hablando y no me haces caso, muy mal porque no sé que pasó...sólo sé que éste es el adiós a un grande, al más grande del mundo, al perro que en mi vida jamás nadie ocupará su lugar, el adiós que más me ha dolido, el adiós al perro que hubiera pedido tener por siempre en mi vida, el adiós a mi bebé Shogún, aunque ya eras todo un perro siempre fuiste mi cachorrito, mi gatito en cuerpo de perro, el dueño de mi corazón, este adiós pido sea sólo un hasta luego y cuando llegue el momento de encontrarnos en el cielo, me esperes con tu alegria de siempre, con tu mirada, con tu balón... Donde quiera que te encuentres dame fuerza Shogún porque mi vida jamás será la misma sin ti, dicen que nadie en esta vida es indispensable, yo siento que tu para mi, si...
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- Registrado: Jue Ago 27, 2009 5:41 am
Adiós, querido chipilón
Recientemente me he hecho ajeno al uso de los medios electrónicos masivos para publicar opiniones personales sobre casi cualquier tema. La razón es simplemente que tratar situaciones subjetivas y de índole sentimental por estos medios hace que carezcan del calor necesario para hacerles justicia. Por tanto, la muerte de un ser querido es algo que no me atrevería a tratar de una manera tan fría como aparenta ser en linea. Desafortunadamente, me encuentro en una situación de lejanía física en la que este medio es el único que puedo usar en este momento para comunicar a mi familia lo que significa para mi esta ocasión de pérdida. Entonces me gustaría aclarar, antes que nada, que lo que escribo en este espacio lo hago con toda la sinceridad que es posible de mi persona y con toda la calidez sentimental que este medio me permita otorgar.
Shogun el Tercero (como me gustaba decirle a nuestro amado pastor alemán) nació cuando nos encontrábamos al norte del país. Digo "nos" porque sucedió que estaba yo presente cuando Shogun inició su tiempo con nuestra familia. Durante su estado de cachorro lo vimos sobrepasar muchos obstáculos y daños físicos de nacimiento y siempre me sorprendía ver como sus dueños le otorgaban tanto cariño incondicional sin si quiera haberlo tenido más de una o dos semanas. Ese tiempo que pasé con ellos fue algo increíble en si pero aun más con el arribo de esta ternura de cachorro al que le pusieron Shogun, supongo que en honor al Shogun primero.
De mi tiempo ahí tengo muchos recuerdos inolvidables y uno al que recuerdo con muchísimo cariño es cuando me acostaba boca arriba sobre el sillón largo de la sala y shogun, de cachorro, se colocaba sobre mi estómago con intención de jugar y que -a los pocos minutos- terminaba por hacerse bolita en su lugar y quedarse dormido encima de mi. Al poco rato quedaba yo igualmente dormido y roncando. Mi familia me contaba como al roncar mi aliento le hacía cosquillas a shogun, dormido completamente, en su oreja y por tanto le causaba unos espasmos de cosquilleo. ¡Que ternura me provoca esa memoria!
Lamentablemente, tuve que partir en pocas semanas del hogar de mi familia y regresar al mio. Después de todo casi siempre he vivido alejado de mis seres queridos. Aun así, regreso cuando sea que se presente la posibilidad y quedaba sorprendido una y otra vez que Shogun jamás me olvidaba. Podría pasar años pero siempre al regresar me veía con esos ojos tan tiernos que decían "¡ahí estás!" como si siempre estuviera ahí. Me hacía sentir muy bien, honestamente. Me hacía sentir que pertenecía ahí. Que estaba en uno de los pocos lugares que considero realmente hogar de infancia. Hay tanta historia transcurrida dentro de esas paredes y tantas memorias y experiencias que es de esos lugares que tuvieron parte en mi formación como persona. Es un lugar que guardo en un lugar muy profundo y Shogun llegó a pertenecer a ese lugar dentro de mi porque aparte de ser querido por mi familia también fue el hecho de compartir esas experiencias y de compartir a Shogun conmigo que las convirtió en algo tan importante para mi.
Ahora, no dudo que Shogun llegó a significar mucho más para sus dueños que para mi pero sepan, querida familia, que comparto su tristeza al saber que se ha ido este gran miembro de nuestro clan. Sepan que si pudiera estar ahí con ustedes lloraría del mismo modo y hubiera estado más que dispuesto a compartir la carga de llevarlo a darle su despedida.
Algo que considero muy importante es el recuerdo de lo que nos deja una huella en nuestras vidas, sea bueno o malo. Es natural el balance entre la felicidad y la desdicha y creo que esa mezcla es lo que nos define realmente. Haber tenido a Shogun en mi vida, por tan poco que fue, me dejó marcado y por eso doy gracias a los Dioses. Siento mucha alegría al recordar lo que viví con Shogun y por tanto lo que viví con mi querida familia. Me quedaré con una sonrisa en la cara al recordar lo que me brindó nuestro gran y amado Shogun y espero que a ustedes también.
Los dejo con una cita de uno de mis autores favoritos al describir lo que viene después de la muerte por parte de un personaje antiguo y sabio. Decía simplemente, "La Muerte no es el final sino otro sendero. Uno que todos tenemos que recorrer. El velo gris de este mundo se quita de encima y todo se convierte en vidrio de plata y entonces lo ves: un mar verde de campos frescos y un cielo del color azul más profundo que hayas visto en tu vida."
Yo soy de la idea de que al fallecer cada quien crea su propio "después de" basado en las creencias que tenía en vida, pero tomando esta cuota en mente, ¿Que más podría desearle a mi amado Shogun?
Les mando mil abarasos y mil besos más, querida familia.
- Su primo en tierras lejanas
Shogun el Tercero (como me gustaba decirle a nuestro amado pastor alemán) nació cuando nos encontrábamos al norte del país. Digo "nos" porque sucedió que estaba yo presente cuando Shogun inició su tiempo con nuestra familia. Durante su estado de cachorro lo vimos sobrepasar muchos obstáculos y daños físicos de nacimiento y siempre me sorprendía ver como sus dueños le otorgaban tanto cariño incondicional sin si quiera haberlo tenido más de una o dos semanas. Ese tiempo que pasé con ellos fue algo increíble en si pero aun más con el arribo de esta ternura de cachorro al que le pusieron Shogun, supongo que en honor al Shogun primero.
De mi tiempo ahí tengo muchos recuerdos inolvidables y uno al que recuerdo con muchísimo cariño es cuando me acostaba boca arriba sobre el sillón largo de la sala y shogun, de cachorro, se colocaba sobre mi estómago con intención de jugar y que -a los pocos minutos- terminaba por hacerse bolita en su lugar y quedarse dormido encima de mi. Al poco rato quedaba yo igualmente dormido y roncando. Mi familia me contaba como al roncar mi aliento le hacía cosquillas a shogun, dormido completamente, en su oreja y por tanto le causaba unos espasmos de cosquilleo. ¡Que ternura me provoca esa memoria!
Lamentablemente, tuve que partir en pocas semanas del hogar de mi familia y regresar al mio. Después de todo casi siempre he vivido alejado de mis seres queridos. Aun así, regreso cuando sea que se presente la posibilidad y quedaba sorprendido una y otra vez que Shogun jamás me olvidaba. Podría pasar años pero siempre al regresar me veía con esos ojos tan tiernos que decían "¡ahí estás!" como si siempre estuviera ahí. Me hacía sentir muy bien, honestamente. Me hacía sentir que pertenecía ahí. Que estaba en uno de los pocos lugares que considero realmente hogar de infancia. Hay tanta historia transcurrida dentro de esas paredes y tantas memorias y experiencias que es de esos lugares que tuvieron parte en mi formación como persona. Es un lugar que guardo en un lugar muy profundo y Shogun llegó a pertenecer a ese lugar dentro de mi porque aparte de ser querido por mi familia también fue el hecho de compartir esas experiencias y de compartir a Shogun conmigo que las convirtió en algo tan importante para mi.
Ahora, no dudo que Shogun llegó a significar mucho más para sus dueños que para mi pero sepan, querida familia, que comparto su tristeza al saber que se ha ido este gran miembro de nuestro clan. Sepan que si pudiera estar ahí con ustedes lloraría del mismo modo y hubiera estado más que dispuesto a compartir la carga de llevarlo a darle su despedida.
Algo que considero muy importante es el recuerdo de lo que nos deja una huella en nuestras vidas, sea bueno o malo. Es natural el balance entre la felicidad y la desdicha y creo que esa mezcla es lo que nos define realmente. Haber tenido a Shogun en mi vida, por tan poco que fue, me dejó marcado y por eso doy gracias a los Dioses. Siento mucha alegría al recordar lo que viví con Shogun y por tanto lo que viví con mi querida familia. Me quedaré con una sonrisa en la cara al recordar lo que me brindó nuestro gran y amado Shogun y espero que a ustedes también.
Los dejo con una cita de uno de mis autores favoritos al describir lo que viene después de la muerte por parte de un personaje antiguo y sabio. Decía simplemente, "La Muerte no es el final sino otro sendero. Uno que todos tenemos que recorrer. El velo gris de este mundo se quita de encima y todo se convierte en vidrio de plata y entonces lo ves: un mar verde de campos frescos y un cielo del color azul más profundo que hayas visto en tu vida."
Yo soy de la idea de que al fallecer cada quien crea su propio "después de" basado en las creencias que tenía en vida, pero tomando esta cuota en mente, ¿Que más podría desearle a mi amado Shogun?
Les mando mil abarasos y mil besos más, querida familia.
- Su primo en tierras lejanas
Última edición por strigoi_fjc el Jue Ago 27, 2009 7:29 am, editado 5 veces en total.