Pues la verdad que si, merece la pena, estar en un sitio así. Lo tenemos justo al lado de casa, andando no llegará a 10 minutos y nunca, nunca , nunca te cansas de andar por ahí. Siempre te encuentras cosas nuevas, ardillas cotillas mirándote fijamente o comiendo tan tranquila a 1 metro de distancia escaso. Ciervos y cervatillos que se quedan quietos cuando pasas por su lado (20 metros). Me encanta el olor a pino, el olor a tierra mojada, el sonido del silencio. Solo escuchas los pajarillos cantar, a lo lejos un riachuelo con una pequeña cascada, el sonido del viento. Me hace gracia, porque a veces vamos Jorge y yo, y vamos en silencio para ver si vemos algún animal más, y de repente un pájaro cotilla empieza a revolotear piando fuerte como si avisara al resto de los animales, que tengan cuidado porque vienen humanos. Cuando viene dama no hace falta pájaro, ya que ella se pone a ladrar como una descosia y espanta a to bicho viviente.
Si algún día me tocara volver, echaría un montón de menos los paseos diarios por la selva.

Cuando usted abandona un perro porque ya "no le sirve", sus hijos aprenden la lección.
Quizás hagan lo mismo con usted cuando sea un anciano. Piénselo.