

La adaptación es crítica para la supervivencia de una especie. Así, las que son extremadamente especialistas son las primeras en caer en situaciones de estrés evolutivas.
Especies con mejor capacidad de adaptación, y el perro es una de ellas, tienen más posibilidades de éxito en mayor tipo de ambientes o situaciones.
Y esa adaptación se ha llevado hasta el extremo configurando la creación de grupos étnicos, que partiendo de un mismo punto a su vez se han ido especvializando en tareas muy concretas.
Mi opinión es que esa especialización desaparece en el s. XX, porque los criterios se difuminan en los perros dedicados a la venta masiva.
Ya no se buscan (como siempre se había hecho y actualmente también en las razas de trabajo) unos criterios de utilidad máxima: el mejor se cría y el resto se descarta. Y sólo si el mejor de esa camada es mejor que los mejores de otras camadas permitirá el dueño de la hembra que la monte. Y vuelta a empezar.
Así es como han surgido las maravillosas razas de trabajo.
Con las dedicadas a la venta masiva no sucede eso, generalmente se cruzan un macho y una hembra, sin mirar más, y se venden todos los cachorros.
Por lo que la selección de los mejores se estanca en este ámbito y por tanto se detiene la evolución adaptativa del perro a un nuevo entorno como el doméstico y el urbano.