Era un polluelo de gorrión que se había caído del nido. El pobre estaba temblando, no por el frío, porque ayer hacía muchísimo calor, si no por el susto. Es bastante pequeño, todavía tiene zonas que no tiene plumas.
Lo cogí y lo he metido en un recipiente destapado, le estoy dando de comer pasta de cría mezclada con agua en forma de papilla. Se lo doy con una jeringa.
Le doy las tomas cada tres horas, y cuando se acerca la hora de comer pía para reclamar la comida.
Pobrecito me da una pena, pero si lo dejo afuera solo se moriría, porque todavía no sabe volar, y mucho menos buscar comida.
Así que hasta que esté grandecito y sepa volar mi familía a aumentado.
Me alegro de haberle podido salvar la vida a este gorrioncillo.
