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Tras el éxito televisivo de Cesar Millan, un grupo de adiestradores que usan únicamente para el adiestramiento del perro técnicas en positivo, no cesan en su ataque al mediático personaje del Encantador de Perros.
Aclarar que no todos los entrenadores que usan técnicas en positivo han llegado al extremo fanático y radical de los que denominamos “positivistas”.
Estos últimos presentan al perro como un animal totalmente distinto al que siempre habíamos conocido y que básicamente se reduce a:
1º.- El perro es otra especie distinta al lobo
2º.- No es un animal de manada.
3º.- No existe la teoría del alpha roll o teoría de la dominancia.
Para ello, esgrimen racionamientos del tipo: “al igual que el hombre ha evolucionado y no es un chimpance, el perro ha evolucionado del lobo” o “al igual que un gato no es un tigre, el perro no es un lobo”
Partamos de la base de que el hombre(homo sapiens) y el chimpance (Pan paniscus), son especies distintas, y aunque partimos de una especie en común, ambos tuvieron líneas de evolución distinta y hoy en día es imposible el cruce entre ambas especies.
En el caso del gato (Felis silvestris catus), proviene de la línea de felinos denominada felis, y el tigre (Panthera tigris), otro felino, de la línea denominada Panthera. Ambas especies, felinos los dos, también evolucionaron de una misma especie, pero como en el caso anterior, sus líneas de evolución fueron distintas y tampoco pueden tener descendencia entre sí.
Pero ahora llegamos al tema que nos ocupa, el perro (canis lupus familiaris). El perro, desciende directamente del lobo (canis lupus), no de un ancestro común entre ambas especies, por lo que se puede decir que el perro es una subespecie del lobo. La mayor prueba de esto es que si hay descendencia entre ellos, a diferencia de otro cánido, el zorro (Vulpes vulpes), que, al igual que en el caso de los felinos, proviene de un cánido del cual evolucionaron el resto de cánidos del planeta. En este caso, el zorro y el lobo/perro no pueden tener descendencia entre sí.
Si que es cierto, que desde el momento en el que el lobo pasó a ser un perro, sus líneas evolutivas se distanciaron, 35 millones de años, a manos del hombre, ha supuesto muchos cambios en el comportamiento del perro con respecto al lobo.
La cría selectiva que fue realizando el hombre en el perro, ha dado a lugar a más de 400 razas de perros distintas, buscando fomentar cualidades del lobo que se adaptaban a sus necesidades, por lo que, aún siendo muy distintas, no se puede negar que el perro siga teniendo rasgos del lobo.
Otro punto interesante es el concepto de manada que rechazan los positivistas. Según distintos estudios realizados, se ha comprobado que los perros “vagabundos” que viven en las urbes, suelen hacerlo solos, para aprovechar mejor los pequeños recursos que encuentran, ya que es más factible que un solo perro pueda alimentarse mejor si encuentra un trocito de pan, que si con ese trocito, se han de alimentar una manada. obviamente la capacidad adaptativa de los cánidos resuelve siempre las situaciones de la manera más práctica, pero ¿quiere decir entonces que el perro no es un animal de manada? Un rasgo característico de casi todo los cánidos es su gran carácter social, desde el zorro, al lycaon, todos ellos son animales muy sociables entre los miembros de su misma especie, y sobre todo cuando comporten líneas de sangre. Eso no quiere decir que todos vivan en manada, pero su comportamiento social es innato a todos ellos. Esta característica no es ajena al perro. Al igual que permanece sólo en lugares en donde debe aprovechar el más mínimo recurso, cuando le es necesario, forma manada con otros seres de su especie, como ocurre en el caso de las manadas de perros asilvestrados.
Una vez que llegamos a la conclusión de que el perro es un ser social y que cuando la situación lo requiere, forma manada, pasamos al segundo punto del perro que si difiere del resto de cánidos, el troquelado. El hombre, en su cría selectiva ha ido buscando básicamente todo aquella característica que pudiera facilitar su tarea, una de ellas era la defensa del ganado, para ello el hombre buscó que el perro se sintiera parte del ganado que debía vigilar, y ¿qué mejor forma de asegurarse de que el perro cumpliera con su misión que defendiendo a los miembros de su “familia”? Esto se puede ver en razas como el mastín español que realmente cree ser una oveja, y actúa con ellas como un miembro más del rebaño. Por tanto, el perro no sólo forma manada, sino que además, puede hacerlo con especies distintas a la suya. Y es que en realidad no es que el perro forme manada cuando la situación lo requiere, sino todo lo contrario, el perro no formará manada cuando la situación lo requiera.
Una vez que ya hemos visto que el perro si es un animal de manada, es casi imposible desprender que no haya un líder dentro de la manada. La práctica totalidad de seres vivos que viven en manadas/rebaños/familia tienen un líder que dirige los actos del resto del grupo.
David Mech, creador del término alpha roll, rectifico en su idea original, ya que la mayoría de manadas de lobos, están formadas por los progenitores, líderes naturales, por lo que no serían realmente “alpha roll”, ya que no luchan por ese estatus, pero, admite que en el caso de manadas artificiales o manadas más complejas, en las que existe más de una pareja reproductora, si que se da esa definición.
Si a esto le sumamos que el perro es capaz de forma manada con especies distintas, más en el caso del perro, que en el del lobo habría que hablar del alpha roll, ya que prácticamente todas sus manadas son artificiales.
Una vez que hemos demostrado que el perro es una subespecie del lobo, no otra especie, que vive en manadas y que además, tienen jerarquías, pasamos al punto clave del título del tema.
Cuando un perro, digamos el alpha, obtiene un recurso, y otro miembro de la manada quiere acceder al mismo, entre ellos se produce una serie de señales visuales y auditivas que denominamos, “lenguaje canino”.
El perro alpha ante la presencia de otro que amenaza su recurso (comida), gruñirá y sacará los dientes de forma amenazante para que el otro perro disuada su acción. En el caso de ser necesario, hasta marcará con algún bocado e incluso tumbará al otro perro, hasta someterlo, para dejar claro que ese recurso es suyo.
Esto mismo lenguaje, el hombre lo ha ido adaptando, de manera que cuando el perro se acerca a algo que el hombre no quiere, emite un sonido, generalmente un ¡NO!. En el caso de que el perro continué, es cuando el hombre usa el contacto con el perro usando un toque, un golpe seco al perro para disuadirlo.
En ambos ejemplos el esquema es el mismo, un aviso sonoro, y en el caso de no funcionar, otro físico.
¿Cual es el problema de esto según los positivistas? Que según ellos han interpretado el asunto, el hombre maltrata al perro, ya que no hay que ordenarle nada, tan sólo pedirle que no lo haga y para ello usan métodos de soborno cuando hacen lo que ellos quieren e ignoran el comportamiento que no desean, o lo que se denomina refuerzo positivo (premio) y castigo negativo (ausencia del premio). Su ideología es que no hay que reprender al perro físicamente, ya sea con el “NO” o con un golpe (y los hay que dicen que mirar fijamente al perro o hacerle “sssch” también es maltrato). Alegan que afecta emocionalmente al perro y que es mejor enseñarle sin usar refuerzos negativos o castigos positivos. El lenguaje canino bajo su punto de vista cambia desde las “señales de sumisión”, a las “señales de calma”, al no haber dominantes, cualquier perro que use la agresividad, es un perro desequilibrado, y el otro perro usará señales para calmarlo.
Nada más lejos de la realidad, como ya se ha dicho más arriba, el perro es un animal jerárquico, y que impondrá la fuerza tantas veces le sea necesario, ya sea físicamente, como psicológicamente, y por tanto, si un perro gruñe a otro para impedir que haga algo, no se puede tomar como una ofensa o un daño emocional para el otro animal, es algo que va en ellos, por lo que es absurdo pensar que si un hombre dice “NO”, tal y como el perro gruñe, en el caso del hombre sea maltrato, creo que se produce una humanización del perro que poco le favorece.
Creo que sinceramente la ineficacia para rehabilitar perros con graves problemas usando el método positivista es clara, y la prueba es que sus éxitos no son reconocidos a gran escala, y claro, no tienen otra forma mejor de darse a conocer que insultando y criticando a profesionales como Cesar Millan.
Por último añadir, que las técnicas clásicas también han sufrido una favorable evolución, aplicando más el refuerzo positivo y castigo negativo, y adaptando la situación dependiendo del problema y de la sensibilidad de cada perro. A este último grupo, se le denomina “mixto”.
Igual señalar que todos estamos de acuerdo en que los vínculos afectivos con el perro son una de nuestras mejores bazas, los juegos y demás actos sociales con ellos, refuerzan la unión entre el hombre y el perro. La distancia entre ambos estilos es que para uno, no se maltrata al perro por decirle “NO” y para el otro si.
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