Rodro escribió:Me estoy riendo mucho. Mirad, aunque no es sexual, pero tiene que ver con los temas amatorios.
Un verano, con 16 o 17 años, me enrollo con la tía buena de la pandi. Imaginaos a mis colegas: "qué cabrón, tío, te cagas la tía que se ha llevado, que si cuentanos, que si tal...".
Total, unos 4 meses de noviazgo juvenil, hasta que un día decido cortar. La llamo (éramos casi casi vecinos de la urbanización donde veraneaban nuestros padres), se acerca a mi casa, y yo todo serio, le digo: ¿damos un paseo? Ella, tan sonriente, me dice: "claro, vamos".
Yo no sabía cómo empezar, pero me armo de valor, saco un cigarro, lo enciendo en plan James Dean, le doy una calada, apoyo un pie en una valla de medio metro, apoyo el codo en esa rodilla....Vamos, posturita total de tío-interesante-misterioso-tengo-algo-que-decirte.
Empiezo a decirle lo bien que lo he pasado con ella, pero que era mejor dejarlo, por tal y por cual, y veo que su cara de circunstancias se empieza a transformar en la típica cara roja con lagrimillas asomando por los ojos producto de aguantar la risa (lo cual me cabrea bastante, porque es lo que menos me podía esperar).
Pasan unos dos o tres, a lo sumo cuatro interminables segundos, y me decido a preguntarle: "tía, ¿qué pasa?"
Y se empieza a descojonar y me dice: "nada, mira el pie".
Miro el pie que había dejado en el suelo (el que hacía ya que la pose fuera perfecta) y lo tenía juuuusto encima de una pedazo de mierda recién cagada del tamaño del portátil que estoy usando.
Evidentemente, cada vez que piso una, me acuerdo de aquel día, y de aquella chica, que no tiene culpa de nada.
