Nos pusimos en contacto con su amo que se puso loco de contento. Nos contó como le habían robado a su amigo y que vendría a buscarle enseguida. Rocko parece que lo sabía, porque saco fuerzas de donde no las tenía y comenzó a mejorar. Quería estar bien para cuando vinieran a buscarle y volviera a casa. Pero eso no ocurrió.
Su amo vino al refugio si, pero cuando vio a Rocko, todo se acabo. Ese no era su precioso perro, sano fuerte y bonito. Ahora Rocko estaba herido, cansado y no tan bonito, y su amo dijo que ya no lo quería.

No lo podíamos creer. Por una vez, parecía que la historia terminaría bien. Uno de nuestros amigos volvería a su verdadero hogar, del que nunca debería haber salido. Pero no fue así. Realmente no le querían. Si le hubieran querido le habrían llevado a casa con ellos, le habrían curado, cuidado y recuperado a su compañero. Pero le dejaron aquí. Rocko parecía que lloraba de pena. Durante mucho tiempo no quería jugar ni estar con perros ni humanos. Le habían traicionado, primero unos extraños, y luego su propia familia.
Pero Rocko es fuerte, no como pensaban no para pelear, su fuerza esta en su corazón, que es tan grande que ha sabido perdonar, olvidar y volver a abrirse al cariño de todos. Ahora es el primero que sale a saludarnos cuando vamos al refugio. Siempre está jugando y cuando algún adoptante viene a buscar un nuevo amigo, siempre salta tras la verja para llamar la atención. Pero de momento no ha tenido suerte, y por eso he querido contar su historia. Porque se merece una segunda oportunidad, y una familia le necesita a él. Ayúdanos a que se encuentren. Mas información: www.ciudadanimal.org


