Pido disculpas públicamente (y a gritos, para que todos lo oigan) por las veces que me pongo más burra de la cuenta, como el otro día con Oscar Gil, que no se lo merecía.
Es que no sé qué pasa: debo de tener escondida por ahí dentro a una tía borde que, de vez en cuando, sin que me dé tiempo a agarrarla, sale p'arriba y lanza una de las suyas. Y yo intento contenerla, pero es que pega unas patadas que no veas.
Prometo atarla más corto (con un collar de ahogo, si es preciso

). Y ahora podéis insultarme lo que queráis, que no diré ni mu. (Bueno, dentro de un límite, claro...)
"Si a tu perro no le gusta una persona, probablemente a ti tampoco debería gustarte."