

Y ya puestos a mencionar momentos memorables, recuerdo un día en que sacando a Duncan, aquel si era un perro en condiciones, no como guindilla cojonera Burton, la cosa es que como buen perro de caza tenía cierta manía persecutoria hacia los gatos, con tanta suerte que según abro la puerta del portal ve a uno en el parque de enfrente y echa a correr como un loco, yo con la correa enganchada en el brazo, no tuve tiempo ni de soltarla y acabé tirada en plancha en medio de la carretera con las terrazas de los dos bares de mi edificio a reventar de gente

