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YoOtraVez
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Mensaje por YoOtraVez »

Yo lo probé y no es gran cosa la verdad. Bueno, suerte Nitro.. ya nos contarás.
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Nitro
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Mensaje por Nitro »

bueno ahora queda la pregunta de ... donde se encuentran esas cosas a parte de internet?? :lol:
Hay comercios que los venden? :|
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YoOtraVez
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Mensaje por YoOtraVez »

puedes buscar en paginas amarillas: tienda animales o algo así y llamar a todas las de tu ciudad hasta que una te diga que los vende. Si no, pasate por madrid: http://clasificados.campusanuncios.com/ ... ncios.html
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Nitro
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Mensaje por Nitro »

en mi ciudad ya fijo que de eso no venden xD
Tendria que ir a Lugo o por lo menos alguna mas grande jejeje
Pero ya buscare gracias :wink:
Porque Madrid no se cuando me coincidira ir otra vez... de todas formas pienso que si en Madrid se encuentran esos collares, tambien en la Coruña deben venderlos... malo sera que no!
Pero antes de comprarlo voy a pensarmelo aun bien porque... como dije no me gusta mucho ese tipo de cosas...
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Natalia
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Mensaje por Natalia »

Si tiene buen carácter y alta la moral no lo veo grave, pero yo no tiraría por el camino fácil.

Sinceramente, la que metió la pata es tu hermana, pues lo debe arreglar tu hermana, simplemente cambiando su comportamiento. A mí no me vale con que me digan: es que ya me tiene harta. Si te lo has buscado, te lo has buscado, y si lo quieres arreglar, te mojas. Que la culpa no es de la perra....

El problema es que se va a quedar ella con el mando, y si mete la pata, te puede destrozar a la perra (ya lo sabes). Yo no sé si me fiaría... la verdad... es que figúrate que por arreglar algo que ya estropeó ella, vas a jod* a la perra...
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Nitro
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Mensaje por Nitro »

Si, eso ya lo se que como lo utilice mal va a fastidiar a Bamboo. Es una perra de buen caracter, sociable, que le gusta jugar y aprender. Es dominante, vale, pero de caracter tiro mucho mas (practicamente solo eso) al Pitbull. Asi que romperle el caracter no es cosa facil menos mal y traumatizarla tampoco.
Ya se que es mi hermana quien tiene que arreglar las que hizo pero ya sabes si no quiere no lo hara y punto! Y si se pone de muy mala pues ira contarselo a mi padre, y mi padre me mandara echar la perra de casa! Ya se que falta muy poco para que se vaya pero mientras quiero evitar lios! No es la primera vez que se fue quejar por x razones! y se que conto mas grave de lo que era realmente la cosa! enfin... que no quiero perjudicar a mis animales... por eso intento salvar yo mismo la situacion...
Se que no hara cosas que no debe con la telecomanda, si se da el caso de que coja tal collar, eso lo tengo por seguro. Quiere a los animales y no le haria daño. Y aun mas sabiendo que puede obtener "poder" sobre Bamboo asi de facilmente!
Ya se que es una solucion de facilidad y no me gusta! pero me pregunto si no es lo que queda... :x

Si hay mejor solucion... respondo presente
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Mensaje por YoOtraVez »

Lee esto a ver si hay algo que te ayude:

Problemas de Comportamiento - Agresividad por dominancia

Este problema es uno de los que aparecen con más frecuencia en la convivencia con perros. Si bien hay razas predispuestas, por su temperamento, a presentarlo (cocker, pekinés, rottweiler, mastín…..), y su prevalencia es mayor en machos, puede aparecer en todos los individuos y en ambos sexos, ya que se trata, más que de un problema del perro, una consecuencia derivada de un manejo erróneo por parte del propietario, que genera una percepción equivocada en el animal de cuál es el entorno en el que vive, y le lleva a responder, siempre según el punto de vista de un perro, a lo que él interpreta de modo incorrecto.

Las razas predispuestas necesitan de un manejo más cuidadoso y firme, especialmente cuando se trata de animales de gran tamaño, pues la respuesta más frecuente de los perros que padecen este problema suele ser la agresión, más o menos intensa y en más o menos contextos cotidianos, generalmente a miembros de su grupo familiar

Para corregir este problema con cierta seguridad, debemos tener en cuenta que se debe modificar DE MANERA PERMANENTE el modo de manejar y de dirigirse al perro. Nunca se deben aplicar castigos como modo de reeducar a un perro, y menos aun como respuesta a sus amenazas o agresiones. El resultado puede ser fatal, sobre todo si se trata de un perro de gran tamaño. Los niños, que difícilmente pueden comprender lo que ocurre (especialmente los más pequeños), deben ser siempre supervisados por un adulto cuando se relacionen con el perro. JAMÁS DEBE DEJARSE SOLO A UN NIÑO CON UN PERRO, no importan lo noble que sea ni que nunca haya dado un problema. A veces las señales que envía un perro sobre sus intenciones nos pasan desapercibidas, y todos tenemos días malos o cosas que no toleramos. La mejor manera de evitar un accidente, es prevenirlo con todos los medios a nuestro alcance.

Por tanto, en perros con este problema, se evitará el contacto con niños mientras se toma el control de la situación, y se permitirá posteriormente, si se cree oportuno, solo con supervisión de quien mejor controle al perro, y siempre indicándole al niño cómo debe dirigirse al animal, estando siempre muy pendiente de las señales de incomodidad que el perro mande, y respetándolas si aparecen (dejándole tranquilo). En todo caso, jamás se le castigará en presencia de niños, haga lo que haga (normalmente el efecto del castigo suele ser el contrario al deseado, y por tanto sumamente perjudicial), y siempre se le animará y premiará (a ser posible con comida apetitosa) cuando se muestre tranquilo o amistoso con niños. Es también muy adecuado que sean los propios niños quienes le premien con frecuencia.

Si sus reacciones son francamente negativas (hay perros que tras sufrir las travesuras de algún niño de cachorros no pueden aceptar que se les acerque ninguno), es responsabilidad del propietario mantener al perro bajo control en todo momento, impidiendo el acceso de niños a su entorno. Modificar el comportamiento de agresión hacia niños normalmente es posible, pero requiere una supervisión muy estrecha y siempre entraña un cierto riesgo que es preferible no asumir.


A) MANEJO GENERAL

Para poder modificar el entorno que ha llevado al perro a la agresión, debemos primero entender cómo vive y asimila un perro el mundo que le rodea. Normalmente el mordisco es la consecuencia final de un fallo en la comunicación entre el animal y las personas de su entorno, pues existen en el perro muchos mecanismos encaminados a evitar las agresiones.

El perro es un animal gregario y social, al igual que el caballo o el ser humano. Y por tanto ha desarrollado una serie de normas y señales para utilizar con sus congéneres y facilitar la convivencia. Los animales gregarios conviven también entre sí, y el conocimiento y respeto de esas normas y señales es lo que permite que dicha convivencia sea satisfactoria. El perro es un perro, y no puede sobrepasar su naturaleza. Debemos huir de los tópicos, de las concepciones erróneas del tipo “lo entiende todo”, o “solo le falta hablar”, que le despojan de su verdadera naturaleza y le obligan a ser lo que no es, con la consecuente problemática que suele acarrear dicha situación.

El perro trata de responder, con sus mecanismos y desde su punto de vista, a un entorno que se empeña en tratarle como lo que no es, y así aparecen los conflictos, que a menudo le sobrepasan, no dejándole más opción que una respuesta violenta ante una situación que ni entiende ni sabe controlar. No está en su mano el cambio, pues él tan solo se limita a interpretar (bajo su punto de vista) las señales que recibe de su entorno y de su grupo familiar, y a responder en consecuencia. Es por tanto nuestro deber cambiar las señales que le enviamos al perro y modificar su entorno para que resulte comprensible desde su punto de vista, y así pueda responder del modo que esperamos a nuestra compañía, logrando así la convivencia deseada.

Para el perro el grupo debe organizarse de modo piramidal. En esa pirámide, de al menos dos estratos (en grupos grandes, más de dos), solo un individuo puede situarse en la punta. Y ese individuo, que no es el más fuerte ni el más viejo, sino el más experimentado, se ocupará de proteger, guiar y proveer a la manada. Esta estructura es modificable, en tanto que el que está arriba puede ser destituido, pero es impensable cambiar su forma: siempre tiene que haber alguien arriba.

Cuando nuestro perro entra en casa, especialmente si es un cachorro, busca en su entorno familiar al individuo que ocupa la posición superior, y le sigue y acepta su liderazgo. Cuando NADIE (humano) ocupa este puesto, el perro se ve obligado a colocarse en la posición más alta, ya que el puesto no puede quedar vacante. El cachorro, tras varios meses de recibir señales que le indican que no hay nadie liderando el grupo, se tiene que ocupar de ello, y es a la edad de 12-18 meses, aproximadamente (varía por razas), cuando se empiezan a notar las consecuencias de este hecho

Cuando el perro se cree más o menos capacitado para ser el líder (hay perros, que debido a un carácter seguro y confiado, tienen interés en ser el jefe), y alguien de su grupo familiar le lleva la contraria, ignora sus señales de mando o le discute alguna cosa, refuerza aun más sus señales, y si se le sigue contradiciendo, opta por la agresión como medida desesperada para recolocar a cada uno en su sitio.

Por tanto un enfrentamiento directo no solo conllevará una agresión-respuesta aun más intensa, sino que en caso de que “ganemos”, no modificará la situación de riesgo, pues son muchas las señales engañosas que le mandamos al perro en cada momento del día a día, que le llevan a considerar que él es el líder, y que nada ha cambiado.

Conocer e interpretar esas señales nos permitirá mandárselas al perro de modo cotidiano, obligándole, sin enfrentarnos físicamente a él, y por las buenas, a replantearse el estatus que él mismo se ha otorgado, siempre llevado por las circunstancias: si desde pequeño hubiese recibido las señales correctas, es muy probable que jamás se hubiese planteado la idea de ocupar el puesto más alto, y por tanto los problemas no habrían aparecido al no existir motivos para disputas o conflictos.

Así que la estrategia, a partir de ahora, es que TODAS las personas que se relacionen con el perro le manden señales de dominancia/liderazgo. Eso le colocaría automáticamente en el lugar más bajo de la pirámide (ya que todos estarán por encima de él, siendo la persona que más lo cuida quien se coloque en la cumbre), y evitará los episodios de agresión que han motivado el problema.

Lo primero es empezar a fijarse en las señales que manda el perro para comunicarse. El perro disfruta de un enorme repertorio de señales, visuales (posición del cuerpo, con respecto a otros, y de cada una de las partes visibles), olorosas (feromonas), auditivas e incluso táctiles. Las olorosas quedan fuera de nuestro alcance, y las auditivas, en este caso, son poco relevantes. Las señales se combinan entre sí, y hay que interpretarlas en un contexto, ya que por sí solas pueden ser equívocas. Por ejemplo, el tópico del perro que mueve la cola = perro amistoso no siempre es cierto. Hay que valorar el resto del cuerpo.

Dedicaremos un tiempo a reconocer esas señales (visuales principalmente) y a ver cuáles son las que más emite nuestro perro (en su relación con distintas personas), y las tendremos muy en cuenta, tanto por el hecho de que nos indican su estado de ánimo hacia nosotros o hacia su entorno inmediato, como por el hecho de que nosotros podemos emitir muchas de esas señales para comunicarnos con él y facilitar la convivencia.

En algunas razas, tanto por motivos anatómicos como quirúrgico-estéticos, la interpretación de muchas señales puede ser complicada. Hay que manejarse con precaución en estos casos. Las orejas caídas, especialmente las de gran tamaño, los rabos amputados, las orejas cortadas, las razas con mucha piel en la cara, o con la piel de la cara muy tensa (expresividad limitada en ambos casos), los mantos muy largos o negros…..dificultan el envío de señales (y en consecuencia la comunicación). Algunos perros son conscientes de sus limitaciones, y compensan acentuando otras señales que sí son visibles, pero otros no, y eso facilita la aparición de conflictos.

Éstas son las señales más habituales y visibles:

Orejas: son un importante indicativo del estado de ánimo del animal. Son muy móviles y generalmente visibles en lo alto de la cabeza, por lo que hacen de “banderines”. Las orejas altas y bien pinadas sobre el cráneo, mirando hacia delante, indican un animal seguro de sí mismo y decidido. Si se ladean pero aun están altas, el animal titubea. Si se repliegan sobre la cabeza y hacia atrás, de modo más o menos acentuado, indican sumisión o aceptación amistosa, más cuanto más se exagere el gesto. Con acompañamiento de otras señales, puede ser un indicativo de miedo/pánico. Si el perro tiene las orejas caídas o amputadas, la interpretación de estas señales se hace más difícil, a veces imposible.



Ojos: para comunicación cercana. La dirección de la mirada y el que estén abiertos o no, así como su tamaño, son aspectos relevantes. El perro que desafía mantiene la mirada fija en los ojos del desafiado. Es peligroso mirar fijamente a un perro desconocido o que haya presentado problemas de agresión por dominancia. Los ojos muy abiertos suelen indicar miedo. Si las pupilas (punto negro del centro del ojo) están muy dilatadas, dando el efecto “ojo verde” (la retina, que en perros de ojos castaños es verde, queda expuesta totalmente y refleja la luz), la vulgarmente calificada como “mirada de loco” se asocia a situaciones de pánico. El parpadeo frecuente indica situación de estrés o nerviosismo. El apartar la mirada de un objetivo tras establecer contacto visual (solo moviendo los ojos, o en ocasiones girando o bajando toda la cabeza) es una señal de apaciguamiento/amistosa. A menudo suele ir acompañado de un cierre de ojos acentuado.

Boca: los perros pueden sonreír, curvando la comisura de los labios hacia arriba, y en ese caso la señal es amistosa. Cuando la comisura labial se estira hacia atrás en horizontal, rebela tensión. Si además hay un elevamiento más o menos evidente de los labios (con exposición parcial o total de los dientes/encías), es un claro indicativo de aviso de agresión. El bostezo, una señal muy frecuente en perros y muy vistosa, indica apaciguamiento, es un modo de repeler amistosamente una posible agresión leve por parte de otro individuo.



Lengua: la lengua también es un indicador del estado de ánimo del perro. Cuando se lame la nariz, es una señal de sumisión/calma. Cuando jadea de modo evidente, goteando incluso saliva (en un contexto no asociado a calor o ejercicio), es un claro indicativo de ansiedad/miedo.



Cabeza: la posición con respecto al resto del cuerpo también indica cosas. Si se lleva muy alta y con el cuello rígido, es un animal desafiante. Si se lleva alta pero relajada, el animal está confiado. Si va horizontal, normalmente es neutro. Si la lleva baja (fijándose también en otras señales coherentes con estas), suele indicar miedo/apaciguamiento. Si huele el suelo de modo aparentemente al azar, indica nerviosismo y desea calmar la situación. Cuando ladea la cabeza con respecto a lo que tiene delante (a veces solo ladean la mirada), indica acercamiento amistoso.




Patas: el modo de andar del perro también es significativo. Cuando el perro presenta un movimiento elástico y fluido, está relajado y seguro de sí. Cuando el movimiento es envarado y rígido, a menudo en pasos muy cortos y lentos, es un animal desafiante y potencialmente agresivo. Si anda de modo indeciso, con las extremidades flexionadas y adelantando mucho la cabeza, tiene miedo. Cuando avanza de modo intermitente, tumbándose entre cada avance, y con la barriga pegada al suelo, está cazando o jugando a cazar. ¡OJO¡: los perros que presentan esta posición de caza cuando ven niños, bicicletas, etc., pueden ser peligrosos, y mucho. El perro que agrede por defenderse, por miedo, o por conservar su posición, hace daño (más o menos intenso según diversos factores), pero esa es su intención final, provocar miedo y algo de dolor en el contrario para que se retire. El perro que caza busca matar a su “presa”, y además lo hace en silencio y enviando esas señales (acecho/avance agazapado) como único aviso, con lo cual puede hacer un gran destrozo en un momento. Si nuestro perro presenta además ese tipo de comportamiento hacia personas, debemos aplicar otro manejo distinto para evitar un desenlace fatal.



Cola: al igual que las orejas, hacen de banderín visible a mucha distancia. Y de nuevo debe interpretarse su posición y movimientos contemplando al perro en su conjunto. La cola alta y rígida indica seguridad. Si está muy tensa (llegando incluso a aplastarse contra el lomo) es desafiante y señal de fuerte tensión. Si la mueve estando alta, de modo rígido y en oscilaciones cortas, suele ser indicativo de agresión. Si la mueve de modo relajado y en ondas largas, indicativo amistoso, de un perro más o menos seguro según a qué altura la esté desplazando (cuanto más abajo, menos seguro de sí mismo es el perro). Cuando la lleva horizontal, no emite señal alguna. Si la porta baja y relajada, es neutral. Cuando la coloca entre las patas traseras, indica miedo, siendo ya pánico si la cola se sitúa cubriendo todo el bajo vientre. De todos modos, considerar que el husky lleva la cola alta de modo rutinario (a veces aplastada contra el lomo, por tenerla implantada demasiado arriba o por presentar los riñones cortos), y que solo cuando emita otras señales podremos valorar lo que realmente marca con el rabo. Hay razas que la llevan alta y además tensa y enrollada.....valorar su movilidad y el resto de señales antes de emitir un juicio al respecto. Las razas a las que se le amputa el rabo presentan ya un problema de envío de señales. Si además tienen las orejas caídas o igualmente amputadas, el problema se agrava y la comunicación con su entorno se ve seriamente afectada, siendo fuente de constantes errores y peleas, creando una tensión constante en el animal, que no sabe cómo comunicar sus intenciones a sus congéneres y a los humanos que le rodean.......



Cuerpo: la posición del cuerpo con respecto al otro individuo es relevante. El perro que avanza de frente y de modo constante está desafiando o se muestra muy seguro de sí mismo. Si se acerca dando un rodeo, de modo más o menos lento e incluso con pausas, busca contacto amistoso o tiene algo de miedo. Si se mantiene en perpendicular con respecto a alguien que avanza hacia él, se muestra inseguro o puede incluso no desear el contacto. El animal que se eriza completo, o se pone rígido y como de puntillas, trata de aparentar más tamaño del real, para intimidar al contrario. El que se encoge y reduce al máximo, llegando a tumbarse en el suelo a veces, intenta todo lo contrario, se siente intimidado.



Contacto físico: una vez permitido el acercamiento, el modo en que se contacta y las zonas que se tocan son significativas. La colocación de la cabeza/pata (mano, en caso de una persona) haciendo presión ligera sobre la cruz (punto de unión cuello-cuerpo) o lomo indica la intención de dominar la situación del que lo hace. El “dar la pata” de modo espontáneo, con contacto físico o sin él, es una señal de apaciguamiento.

Partiendo de estas señales, nosotros podemos comunicar cosas a nuestro perro cuando queramos interaccionar con él. Acercarnos dando un pequeño rodeo le manda una señal de buenas intenciones. Mirarle y retirar la vista, bostezar, sonreírle, cerrar los ojos un par de veces…… son señales que entiende y que le indican un acercamiento amistoso por nuestra parte. Ponerse de cuclillas ante un perro inseguro le invita a acercarse. Mostrar alguna de estas señales o aparentar desinterés hacia él girando el cuerpo o la cabeza en un momento de tensión o de anticipación de agresividad por su parte pueden detener la agresión antes de que se produzca, si hemos llegado al punto de provocar una situación delicada, sin tener que mostrar miedo o retirada que le afiancen en su puesto (eso sí, replantearnos qué ha pasado para llegar a un nuevo intento de agresión, pues indica que la comunicación entre el perro y el dueño vuelve a fallar).


B) MANEJO PARTICULAR


Una vez contempladas las señales de nuestro perro, trataremos de integrar las más sencillas para nosotros en nuestro manejo diario. A menudo, si se usan con regularidad, se vuelven muy sutiles, y sin embargo el perro las capta a la perfección.
Además, realizaremos las siguientes pautas de manejo, sencillas pero muy poderosas, que serán las que le indiquen a nuestro perro que el escalafón de mando ha cambiado:

Lo primero que hay que hacer es intentar, en la medida de lo posible, aumentar el ejercicio. Y esas salidas deben ser salidas. No basta con ir al parque y sentarse en un banco. Debemos moverlo mucho y a diario para que esté relajado y tranquilo. Es frecuente que los cuadros de hiperactividad y/o episodios puntuales de agresividad se asocien a animales que carecen de estimulación física y mental en su entorno cotidiano. Esto es especialmente importante en animales jóvenes, que tienen más energía. Con los años irá bajando en ese aspecto, pero ahora hay que permitir que el perro se desfogue. Para los machos, sobre todo, es importante explorar el entorno, los rastros de los animales, las marcas de otros machos, etc., así que en la medida de lo posible, variar las rutas de paseo (no hacer 3 veces al día la misma vuelta, si es posible). Aunque el verde es muy bonito, al perro no le importa callejear, así que improvisad. La actividad mental (de explorar, y de otras cosas) es tan agotadora como la física, y muchos perros agradecen las novedades y llevan mal la rutina demasiado rígida. Aprovechar para conocer la ciudad y explorar también sitios nuevos.
El ir de montaña es perfecto, plantearse hacer salidas al campo, aunque sea de vez en cuando, también ayuda. Un modo de hacer ejercicio entre semana dedicando poco tiempo es sacarlo con bicicleta, bien suelto, bien enseñándole a tirar de ella.

1- La comida: para un perro la comida tiene una fuerte implicación social. Es importante lo que se come, dónde se come, en qué orden, y dónde está cada cual durante la comida. El protocolo a seguir para mandar un mensaje claro es sencillo: TÚ COMES ANTES QUE ÉL, Y LE DEJAS SOLO MIENTRAS ÉL COME. No hay más. Prohibido darle de comer desde la mesa. Prohibido que coma antes que tú. Y no digamos ya que coma de tu comida. Según sus horarios de comida, puedes comer primero tú y luego ponerle su plato, o si no son coincidentes o el perro vive en el exterior, llenar su plato, colocarlo en un sitio elevado (altura lavadora, por ejemplo), y comerse una galleta o algo de picar durante un par de minutos, estando tú junto al plato, y por descontado, que el perro lo vea (para un perro lo que no se ve no está ocurriendo). Es teatro, indica que tú comes primero, y él comerá lo que sobre. Una vez hayas comido (o fingido comer), llevas su plato a su sitio (tranquilo y nunca en zonas de paso), lo dejas ahí, y te marchas sin mirar siquiera. El perro debe comer solo. Permanecer junto a su plato mientras come manda un mensaje erróneo: "estoy esperando a que me dejes las sobras". Dar comida al perro desde la mesa manda un mensaje opuesto: "exiges comida y como eres el líder, te la cedo". ¿Has visto alguna vez a un perro dejar que otro meta el hocico en su comida?. Suele suponer una pelea, como mínimo. No somos perros, pero si no mandamos a nuestro perro señales de perro, jamás nos entenderemos.
Si nuestro perro tiene el comedero todo el día a mano, hay que cambiarlo. El an imal que dispone de acceso libre a la comida sin que nadie se oponga es el líder. Y ese debería ser el que sabe abrir la nevera, no el perro. Ponerle de comer una o dos veces al día, como se prefiera, y pasados 10 o 15 minutos volver y retirar el plato (vacío o no, da igual). Esta señal es muy poderosa.

2- Rituales de bienvenida y separación: Aquí las meteduras de pata son importantes, y es quizá lo más duro de hacer, pero es muy eficaz. El perro tiene un espacio a su alrededor, igual que nosotros, y ese espacio se puede invadir o no según de quien se trate. Igual que nosotros. Pues entre perros, el líder invade el espacio de otros cuando quiere, pero los otros no invaden el suyo si no han sido invitados. Esto supone que cuando el líder se mueve, los demás están pendientes..... para quitarse de en medio y mantener las distancias, mientras no se les indique lo contrario, ya que si se quedan en zona de paso y los espacios "tropiezan", pueden recibir un castigo. No vamos a castigar al perro por nada de esto, ya se ocupará él de moverse. Pero sí vamos a rechazarle cuando invada nuestro espacio sin haber sido invitado. Cosa que hace casi seguro a todas horas y con todo el mundo.
Cuando llegas de la calle, seguramente se abalanza sobre ti, salta encima, da vueltas a tu alrededor, todo con mucha fiesta…., verdad?. Esto hay que abolirlo. Y si logramos que ni siquiera salga a recibir, mucho mejor, éxito total. Es desagradable porque a todos nos gusta que nos reciban amistosamente, pero será lo mejor para todos. A partir de ahora, cada vez que el animal invada nuestro espacio sin invitación, se le ignorará por completo. Esto implica que deja de existir. No se le mira, no se le toca, no se le dirige la palabra..... como si no hubiese perro. Si salta o monta un espectáculo, podemos darle la espalda e irnos a otro sitio, y fingirnos muy ocupados con algo, si es preciso. Al principio puede haber efecto rebote. Ladra más, salta más, monta más espectáculo. Ni caso. Pasados unos minutos el perro se calma, se queda quieto (como pensando), y se retira a otro sitio a tumbarse (parecerá ofendido, pero da igual). Perfecto. Eso es exactamente lo que debe hacer. Darle unos segundos así, y luego ya sí. Se le puede llamar para que venga y darle mimos y hablarle y lo que se quiera. Pero siempre ha de ser así. Cada vez que el perro viene a nosotros por iniciativa propia, le ignoramos hasta que se aleje y se relaje. Cada vez que queramos algo con él (jugar, mimarle, lo que sea), le llamaremos para que acuda a nuestro lado. Es sutil, pero en el primer caso es el perro quien lleva las iniciativas, y en el segundo somos nosotros. No se trata de querer menos al perro, ni de no poder hacerle caso. Debemos diferenciar el cariño y la amabilidad que queremos mostrarle a nuestro perro del servilismo (que es lo que él está apreciando de nuestro comportamiento hasta ahora). Se trata de hacerle caso llevando nosotros la iniciativa. Debemos mantener este comportamiento en todos los aspectos de la vida del animal, en casa, en la calle.....es el primer paso para lograr que sea tranquilo con nosotros y nos permita ser los líderes (sin enfrentamientos). Un detalle importante, que no siempre es fácil de lograr: esto debe hacerlo TODO EL MUNDO al aproximarse al perro. Ignorar sus fiestas y brincos y llamarle y darle mimos cuando se muestra calmado y como ausente. Explicarle a quien sea necesario que tiene un problema y que solo así podrá resolverse totalmente. Va por la familia y visitas, principalmente. Si alguien no lo quiere entender y no va a cooperar, por su seguridad, es preferible que no toque al perro, y si el animal se pone pesado reclamando atención, comida, etc., tal vez sea más seguro mantenerle apartado de esa persona (llevándole a otra habitación, cerrada, donde permanecerá, mejor con algún juguete y/o hueso de roer. No debe considerarlo un castigo).
Así que cuando se llega de la calle, se entra en casa y se va a la cocina a hacer un café o algo. Para estar ocupado y permitir que el perro se calme. Con el tiempo es muy posible que ni salga a recibir (está esperando a que se le invite), es el objetivo. Cuando el dueño se va a ausentar debe ignorarle del mismo modo, y también si le sigue por la casa, y no hablarle ni mirarle ni acariciarlo.
En cuanto al contacto físico general, para visitas y familiares que no conviven con el perro, el modo más correcto de acariciar a un perro sigue unos pasos: el primero, llamarle. Si no desea acudir, no se debe forzar el contacto. Si acude, ofrecerle la mano para que la olfatee (norma de urbanidad canina, equivale a nuestro “hola”). Si tras eso se marcha, de nuevo dejarle tranquilo, no desea contacto físico. Si permanece a la espera, acariciarle la barbilla, el cuello y el pecho. Son zonas neutrales. Si acepta de buen grado el manejo se puede hacer extensivo el contacto a los flancos y los muslos, así como a la base del rabo (el rascado enérgico de esa zona suele ser bienvenido por casi todos los perros). Y finalmente se puede pensar en la cruz y la cabeza, si sus señales corporales indican que disfruta del contacto. En todo momento vigilar la emisión de señales de incomodidad por parte del perro, si aparecen, detener el contacto: que tenga la opción de marcharse no indica que la vaya a utilizar si alguien le toca donde él no cree adecuado. Podemos extrapolarlo fácilmente pensando hasta dónde dejaríamos que un vecino que nos visita nos toque a nosotros….. si se pasa, la casa es nuestra, y podemos ponernos de muy mal humor y echarle, no vamos a retirarnos nosotros por evitar la molestia. Todo esto es especialmente importante con niños, que tienden a tocar en primer lugar a cabeza (a veces sin muchos miramientos, tirando de las orejas o metiendo los dedos en los ojos…. Los estímulos dolorosos justifican una agresión, o al menos, una amenaza, que con frecuencia los niños ignoran), y luego suelen “atacar” el rabo, tirando con fuerza de él. Un perro acostumbrado a niños y sin problemas de rango suele interpretar estos manejos como juegos de cachorro (es lo que son), y puede aguantar más o menos tiempo según su resistencia al dolor, para después retirarse a un sitio tranquilo. Cuando nuestro perro dé muestras de incomodidad o miedo ante niños en casa, no dejemos que la cosa vaya a más, permitir al animal un retiro tranquilo e indicarle a los niños que el perro necesita descansar a solas. El perro dominante aguantará lo que crea necesario (normalmente poco) para después emitir señales de anticipo de agresión (que cualquier cachorro reconocería, haciéndolo desistir en sus juegos) que desembocarán en un mordisco si nadie intercede. Regañar al perro no es la solución, pues el problema es bastante más complejo de lo que aparenta. Observar siempre las señales de nuestro perro en este contexto, para anticiparnos a sus reacciones.

Si el perro no busca las caricias cuando hay visitas (no viene al llamarlo o viene y se retira tras saludar), lo ideal es dejarlo tranquilo. Si por algún motivo queremos que se deje manosear por la gente, hay que trabajar ese punto de modo específico y gradual, premiando de modo generoso toda aceptación del contacto físico: proceder como se ha indicado, y cuando el perro se aproxime, ofrecerle golosinas con una mano mientras se le acaricia con la otra, del modo adecuado y con orden. Mejor si estamos de cuclillas, y entre tanto mandamos señales amistosas (girar la cabeza, sonreír, bostezar….). No todo de una vez y el primer día, sino poco a poco y en sesiones cortas. Solo así el perro asociará el contacto con experiencias realmente atractivas y lo aceptará, a menudo de buen grado. Primero deberíamos hacerlo nosotros y las personas que convivan con el perro, para luego pasar a las visitas y desconocidos, siempre premiando al animal (es quien le toque quien debe premiarlo) y vigilando sus señales por si la situación se le hace incómoda, dar un paso atrás e insistir en el punto de no incomodidad. Forzar a un animal que no desea contacto a que se deje tocar es provocar una agresión y una experiencia negativa frente a las caricias o los extraños que el perro no olvidará (la siguiente vez su reacción será aun peor). Si además le castigamos, las consecuencias son imprevisibles.

3- Obediencia: la gente suele entender con esto que el perro venga cuando se le llama y poco más, y parece que tienen que aprender por ciencia infusa. Nosotros lo vemos como el aprendizaje por asociación de determinados sonidos (palabras) a determinadas acciones (actos del perro) que facilitan la convivencia y el manejo del animal. En un perro de gran tamaño es muy importante. Y para muchos perros, aprender cosas nuevas es gratificante. Solo hay que hacerlo divertido. A partir de ahora hay que empezar a enseñarle cosas a nuestro perro, no importa lo inútiles y tontas que sean, se trata de ocuparle la cabeza al perro, de enseñarle autocontrol y paciencia, y de mejorar el vínculo entre tú y él, pero siendo tú el que marca las reglas del juego. Aquí necesitamos un motivador (para la mayoría, comida, en pequeños trocitos -queso, jamón, salchicas de frankfurt.... algunos aceptan muy bien un juguete especial, una pelota.…-), que llevaremos siempre encima. Con él conseguiremos que coopere. Y un esquema mental de lo que queremos enseñarle, mejor si lo ponemos por escrito para, digamos, "cumplir objetivos". Sentarse, tumbarse, dar la pata, quedarse quieto, subir y bajar de sitios, saltar, perseguirse el rabo, ladrar a la orden..... lo que cada uno quiera, por complicado que sea, se puede enseñar si se va paso a paso y con paciencia. Hay que pensar en un sonido (la orden, siempre la misma) y en lo que queremos que haga al oírla, y dedicaremos unos minutos (pocos) de cada paseo a esto, mejor todos los días. Lo haremos siempre en sitios diferentes (un perro que aprende a sentarse siempre junto al kiosko, nos hará enfadar cuando le mandemos sentarse en el ascensor.... y no lo haga. Es preciso cambiar el entorno donde se dan las órdenes, la posición de nuestro cuerpo.... para que el perro lo haga siempre en cualquier contexto). Empezamos a enseñarle algo, y repasamos órdenes aprendidas otros días. Siempre en positivo, premiando las buenas ejecuciones o las aproximaciones correctas, y dando tiempo muerto cuando lo haga mal (el mensaje es que esforzarse por hacer las tonterías que le vamos a pedir es beneficioso, pero que solo si las hace hay beneficios, si no las hace, simplemente no obtiene nada, es "castigo" más que suficiente). Un perro que sabe hacer cosas, además de entretenerse mientras aprende y de estar más a gusto con su dueño, tiene más autocontrol (al principio pueden llegar a ser muy impacientes por lograr el premio, y tienen que aprender a escuchar y a atenderte). Y en general se muestra más tranquilo en todo momento, ya que casi seguro que las órdenes acaban siendo útiles en distintos contextos, y le dan al perro un patrón de cómo comportarse en cada situación, lo que le hace estar relajado y pendiente del dueño.

Y básicamente éste sería el manejo concreto:

- Hacer ejercicio diario, cuanto más, mejor.
- Comer antes que el perro (de verdad o de modo fingido), dejarle solo mientras come, y que no tenga comida disponible a su antojo. Además, recordar que nada es gratis, no darle golosinas/atenciones/juego de modo espontáneo. Pedirle que haga alguna cosa antes de darle lo que desea (las iniciativas de contacto DEBEN PARTIR DEL DUEÑO, no del perro).
- Manejarse de modo indiferente en torno al perro, no hacerle caso cuando trate de llamar nuestra atención, nos corte el paso, nos salte encima, etc. Esperar a que se separe de nosotros y se muestre tranquilo y a la expectativa, para LLAMARLE y que acuda a nuestra invitación.
- Enseñarle cosas a modo de juego (obediencia).

C) ANEXO

Si el perro problemático es un ejemplar que siempre ha vivido solo en el exterior, bien en una caseta/jaula, bien en garaje, cuadra o similar, la situación es ligeramente distinta. Por un lado tenemos un perro que al vivir aislado del grupo familiar, no ha integrado a sus miembros como parte de la manada, es decir, no entra a considerarlos en su jerarquía. Él sólo constituye su propia manada, de la que lógicamente es el líder. En consecuencia, cualquier interacción con él queda a su criterio, y según la considera interesante o intromisoria, así responderá a nuestro (puntual) manejo, comportándose como si su dueño y el resto de la familia fuesen integrantes de OTRA manada. Puede mostrarse territorial o amistoso, según le convenga en cada momento y según de la persona que se trate y lo que se le intente hacer. Las medidas mencionadas anteriormente tienen poco sentido, por un lado por su imposibilidad de aplicación al entorno del perro, y por otro porque el animal sencillamente no nos considera dentro de su vida. Tan solo la de la administración de comida sería factible, y en algunos momentos, el acercamiento, pero con el hecho presente de que siempre seremos nosotros quienes invadamos su espacio (tal vez sin invitación), lo cual puede dar lugar a reacciones de rechazo por parte del animal.

En casos así, lo primero es tener siempre presentes las señales corporales que envía, para poder estar un paso por delante de sus reacciones. Lo siguiente, tratar de integrarlo en la medida de lo posible en la vida familiar, para poder aplicar las medidas de manejo concreto. Si esto no es factible, realizar las que resulten aplicables según las circunstancias. Dedicar tiempo (mejor si se toman notas) a analizar cuáles son exactamente las situaciones problemáticas, tanto las que desencadenan rechazo o agresión, como aquellas en las que el perro, sin llegar a ponerse agresivo, se muestra incómodo. Una vez determinados los puntos de conflicto, hay que resolverlos uno a uno, con paciencia y constancia, dedicando unos minutos al día a trabajar, mediante acercamientos paulatinos y muchos premios, cada punto que hayamos anotado.

La finalidad en este caso no es colocarnos jerárquicamente por encima del perro (complicado si vivimos en mundos separados), sino establecer una asociación muy positiva con aquellas cosas que le molestan o incomodan mediante el uso de la comida (vale también el juego con aquellos perros que se motiven intensamente con el mismo).

Sirva un ejemplo:

El perro permanece amarrado 23 horas al día. Durante la hora restante se le suelta por la finca, por donde deambula a su antojo sin relacionarse con nadie. Al terminar el plazo, le llamamos para atarlo. No viene. Incluso “remolonea”. Nos enfadamos. Vamos a buscarle. A veces le regañamos. Le sujetamos del collar y le llevamos a rastras a su sitio. Con el tiempo, el perro sigue sin venir, pero además al sujetarle del collar se vuelve e incluso intenta morder.

Regañarle más o castigarle solo contribuye a empeorar la situación. Morder o mostrarse agresivo cuando se le pone la mano en el cuello es un problema frecuente en muchos perros, especialmente si viven en el exterior, solos. Para el perro, esa mano tirando del collar es una indicación de dominancia primero (por parte de un miembro de OTRA manada, recordemos), y un ataque en toda regla lo segundo (los perros, cuando pelean, tienden a morderse en el cuello). Así que procede defenderse. Cada vez que repetimos esta secuencia, nuestro enfado, nuestra nula respuesta a sus señales de apaciguamiento (ese “remoloneo”, andar de lado, husmear el suelo, hacer señales de invitación al juego…. Seguramente el perro ha enviado todas esas señales, y más), y finalmente nuestra sujeción brusca del cuello le llevan al animal a temer el contacto, y finalmente, a anticiparse a él defendiéndose directamente.

Para cambiar eso, el método es sencillo. Dedicar algo de tiempo al animal mientras está suelto. Jugar con él, con palos, una pelota, una toalla vieja con la que forcejear, echarse una carrera con él arriba y abajo….. estableceremos una relación amistosa en lugar de lo que el perro veía anteriormente. Hacer algunas órdenes de obediencia en esos momentos también está muy indicado, premiándole siempre con entusiasmo y juegos y/o golosinas. Lógicamente, incluir en esa obediencia la llamada, pues probablemente no se le ha enseñado apenas, y solo se ha usado para indicar “fin del esparcimiento”. Llamada = a “atado de nuevo” es una asociación negativa que el perro tratará de evitar a toda costa. Si se le llama repetidas veces por el terreno, algunas en torno al amarre pero sin atarlo, y premiando siempre sus progresos, corregiremos esa asociación inicial. Finalmente, dedicar un rato al cuello. Ofrecer premios con una mano mientras la otra se aproxima al collar, siempre poniéndonos en cuclillas (para no mandar una señal de dominancia con el contacto), y aproximando la mano por la parte baja del cuello, no por la alta. Si el perro se pone nervioso o rehuye, dar un paso atrás: acercar la mano algo menos del punto de incomodidad, y premiar por permitir ese acercamiento. Ir disminuyendo paulatinamente la distancia de la mano a lo largo de varios días, hasta que deje tocar sin problemas, y probar a guiarle con el collar CON UNA GOLOSINA DELANTE DEL HOCICO, para evitar así el arrastre. Educarle a caminar con correa, aunque nunca se le saque de la finca, nos permite facilitar este momento, ya que podemos atarlo y andar con él amarrado de un lado a otro, ofreciendo premios y juegos por cada avance junto a nosotros, soltándolo y volviéndolo a atar, para finalmente guiarlo hasta su sitio habitual.

Facilitar cosas que estimulen al perro mientras está amarrado las restantes 23 horas también es importante. Juguetes de caucho rellenables de comida (conos, cubos…. Hay varios modelos), huesos de caña, alguna pelota fuerte y grande…. Lo que se nos ocurra para que el animal no esté totalmente inactivo durante ese tiempo, y para que estar en su sitio no sea totalmente negativo (por el aburrimiento y la inmovilización que supone). Si el animal ladra con frecuencia durante mucho tiempo y sin razón aparente, esto puede corregir parcialmente el problema (el ladrido insistente por aburrimiento es muy frecuente en perros que viven solos).

Siguiendo este patrón, habría que corregir cada problema (tanto manifiesto como latente, la expresión corporal del perro nos indicará cuáles son los problemas que aun no han dado agresión pero pueden darla) uno a uno, con paciencia y método, con el fin de lograr un perro que busque y agradezca el manejo por un miembro de otro grupo social sin necesidad de rechazarlo, pues al reportarle beneficios, será el primer interesado en cooperar.

En todo caso, y al igual que se ha mencionado antes, mucha precaución con los extraños que se acercan al perro, especialmente si está atado y no puede evitar el contacto. Si no proceden como se les indica, y las señales del perro son de incomodidad, no tentar a la suerte para luego culpar al animal por “malo”. Es nuestra responsabilidad como propietarios lograr que nuestro perro esté bien integrado en nuestra sociedad y se habitúe a los manejo cotidianos, y si por algún motivo esto no es totalmente posible, somos al menos responsables de sus actos, si vemos previsibles ciertas reacciones negativas por parte del animal, tenemos que poner todos los medios a nuestro alcance para que no afecten a terceros, por el bien de todos, incluido el propio perro.
YoOtraVez
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Mensaje por YoOtraVez »

Y esto:


PROTOCOLO PARA PERROS CON AGRESIVIDAD POR DOMINANCIA



El problema de conducta más común con perros con agresividad es la agresión por dominancia. Cualquier perro que sea agresivo por cualquier motivo puede ser potencialmente peligroso para los humanos o para otros perros, pero los perros con agresividad por dominancia pueden ser particularmente peligrosos porque su problema está arraigado en la lucha con las personas por la autoridad.


Mucho se ha escrito sobre la percepción que tienen los perros sobre las personas como parte de su manada. Ésto simplifica la situación. Es más previsible que los perros y los humanos puedan vivir juntos sin problemas en cualquier situación posible, porque el sistema social de los perros y el de los humanos son muy similares. Los perros viven en grupos familiares extensos, tienen un amplio sentido del cuidado paternal, y usan una amplia comunicación vocal y no vocal. Aun más importante, los perros tienen un sistema social basado en el respeto y la deferencia, no en la violencia física ni en la autoridad.

Mucha gente se imagina a los perros constantemente peleando por el mando y el estatus. De hecho, todos los estudios sobre la conducta de los lobos y perros salvajes ha indicado justo lo contrario: la agresión y la violencia son excepciones. La clave para la domesticación de los perros para su relación de trabajo y servicio con los humanos está basado en esta similaridad social: Ambos sistemas sociales se mantienen por amplios esquemas de respeto y de intercambio de señales, que comunican respetuosidad y otros signos. Esto significa que hay una jerarquía, y que, en ambos sistemas, algunos individuos son de rango más elevado y otros de rango más bajo, pero esta jerarquía es relativa, no absoluta. El estatus puede venir determinado por la edad relativa y la composición sexual del grupo social y por la puesta en escena de ciertas aptitudes. Al tener los perros tanto en común con las personas en lo que respecta a la estructura social, también compartimos muchas señales que pueden ser reconocidas. La mayor parte de la gente puede reconocer los mensajes que transmiten las señales de los perros, pero muchas personas tienen problemas con las señales de los gatos. Los gatos no provienen de animales que compartan nuestro sistema social, y no les hemos seleccionado para que actuen con las mísmas capacidades para las cuales hemos seleccionado a los perros. Reconocemos las señales caninas por la convergencia de nuestros sistemas sociales.

Un mismo tipo de señales se pueden dar en un contexto en el que nosotros, como humanos, reconocemos como una señal que quiere decir una cosa, y el perro la reconoce con un significado diferente. Por ejemplo, mucha gente afirma creer que su perro está dando un "abrazo" cuando pone sus patas sobre los hombros de una persona. Por lo general, esto no es un abrazo, sino más bien un desafío. En la comunicación entre perros, presionar sobre otro usando las patas delanteras es un signo inequívoco de desafio. Los perros no "abrazan" en el mismo contexto que el que nosotros lo hacemos. De hecho, a muchas peronas las apretujan otras bajo la apariencia de un simple abrazo, pero reconocen, con acierto, este acto como una amenaza. Ésta es la importancia del contexto.

El problema de la mímica, complica aun más la interpretación de situaciones que involucran "abrazos" y "sonrisas". La gente puede enseñar a su perro a abrazar con una orden, o enseñarles sin querer a hacerlo premiándole con atenciones, y creen que es un comportamiento afectivo. Otro ejemplo de mímica ocurre cuando los clientes dicen que sus perros les "sonríen" cuando juegan. Primero, los perros no tienen la misma musculatura facial que las personas (eso es por lo que no tienen tantas expresiones faciales) y, técnicamente, no "sonríen" en el mismo sentido que las personas. Todos sabemos lo que quiere decir cuando vemos un perro muy contento, con la boca abierta y la comisura de los labios hacia atrás. Pero no sería correcto atribuir a este gesto toda la interpretación que los humanos usamos cuando hablamos de "sonreír". En algunas culturas humanas, sonreir es una amenaza. Segundo, no se aprecian "sonrisas" en las interaciones entre los perros. De cualquier manera, los perro son grandes imitadores y pueden aprender a ser recompensados con cariño y elogios por expresiones faciales que los humanos consideramos agradables.

La argumentación anterior es muy importante para tratar la agresividad por dominancia en los perros, porque la mayor parte de la gente no reconoce la mayoría de las conductas que están correlacionadas como problemáticas con la agresividad por dominancia. Estos perros están centrados en el manejo de la autoridad. Para ayudarles, es imperativo para los clientes reconocer y abortar incluso las conductas más sutiles asociadas con la agresión por dominancia. A los perros que presentan agresividad por dominancia, rutinariamente, les desagrada ser empujados fuera del sofá o la cama, actuarán de forma agresiva cuando los humanos les miran fíjamente, les molesta que les empujen por los hombros o el lomo, pueden reaccionar con agresividad cuando alguien les toca la cabeza, (incluso cuando sea para ponerles la correa), pueden llegar a ponerse agresivos cuando cuando se les corrige verbalmente o con la correa e intensifican su agresión cuando se les castiga físicamente.

Muchos de estos perros son muy perspicaces y causan que los clientes redirijan sus actividades. Estos perros pueden estar tumbados frente a la puerta o los muebles, de modo que las personas tengan que evitar tales áreas y pueden estar apoyados o con una pata descansando sobre el cliente a la primera oportunidad que tengan. Los clientes amenudo preguntan como pueden distinguir estas conductas de aquellas que son meramente para avasallar o llamar la atención. Los clientes tienen que aprender a analizar si la reacción es apropiada en ese contexto específico. Si el perro se apoya sobre ti, simplemente para llamar la atención, debes ser capaz de desplazar físicamente al perro sin que éste reaccione de forma agresiva. Esta prueba puede ser muy arriesgada para ciertos perros de los que se piensa pueden presentar agresividad por dominancia. Los clientes pueden aprender a observar indicaciones más sutiles. Los perros que se apoyan sobre ti para obtener atención no se ponen tensos, ni abren los ojos y luego se desplazan de modo que de nuevo te están rozando o haciendo presión sobre ti - la mayoría de los perros dominantemente agresivos lo hacen. Los perros que buscan proximidad normalmente obedecen a indicaciones verbales para apartarse o tumbarse y utilizan entonces una actitud solícita (giran la cabeza hacia un lado, te rodean, lloriquea, mueven el rabo, echan las orejas hacia tras y así sucesivamente). Los perros con agresividad por dominancia pueden "contestar", ponerse más rígidos o reaccionar con agresividad. Se recomienda precaución en estos casos.

No todos los miembros de la familia pueden ser víctimas por igual del perro con un problema de agresividad por dominancia. Algunos perros pueden a menudo percibir a los niños pequeños como una amenza porque los niños están a la misma altura que los ojos del perro, y el echo de que les miren fijamente es percibido por el perro como una amenaza. El miembro más condescendiente de la familia puede ser víctima más frecuentemente que aquel que es firme con el perro, porque el perro está más seguro de su posición relativa con respecto a la persona que establece las reglas, pero tiene la confianza suficiente para poder pasar por encima de aquel que no se siente tan seguro. En cambio, algunos perros dominantes saben que pueden desplazar a los que son condescendientes y, por lo tanto, no les desafían. En lugar de ello, desafían a la persona más fuerte. La agresividad por dominancia es una condición altamente variable. Cualquier perro que sea agresivo, por cualquier motivo, puede ser potencialmente peligroso. Todos los años hay casos de muerte causadas por perros. La primera regla para tratar perros agresivos debe ser tomar todas las precauciones para asegurar la seguridad de las personas. Las mismas precauciones mantendrán también a salvo al perro.

Antes de discutir instrucciones específicas referentes a perros con agresividad por dominacia, es necesario tratar una última área donde existe confusión. Mucha gente confunde dominancia con agresión por dominancia. Un perro puede ser dominante sin ser dominantemente agresivo. Los perros dominantes pueden ser avasalladores, pueden responder vocalmente, puede gruñir a la gente, pero nunca son agresivos en los contextos indicados. Son avasalladores. No hay evidencia de que cachorros avasalladores tengan necesariamente que convertirse en dominantes dentro de un grupo de perros en un hogar, y no hay evidencia de que perros avasalladores o prepotentes se conviertan en perros dominantemente agresivos. Por definición, agresividad por dominancia es la manifestación de respuestas inapropiadas, fuera de contexto, en situaciones espefícias relacionadas con la autoridad. La prepotencia o la dominancia es un modelo de personalidad. De hecho, mucha gente prefiere perros dominates o prepotentes, porque trabajan bien en situaciones de obediencia y porque muchas personas piensan que esos perros tienen un "plus de personalidad". A pesar de eso, no tienen que ser agresivos inapropiadamente.

Finalmente, la agresión por dominancia normalmente se desarrolla junto con la madurez social. Esto genenalmente ocurre entre los 18 y los 36 meses de edad del perro, aunque puede ocurrir antes o depués y aun así es normal. Esto explica por qué tu perro puede ser perfectamente normal de cachorro y aproximadamente a los dos años de edad cambiar de repente. Aunque la mayoría de los perros dominantemente agresivos son machos, la condición no está controlada por las hormonas, si bien la presencia de testosterona podría exacerbar la agresión. El hecho de que la agresión por dominacia ocurra en la madurez social es otro indicativo de que los clientes no han "causado" el problema. Algunos cachorros hembras que exhiben auténtica agresividad por dominacia son muy jóvenes (de 8 a 24 semanas); estos cachorros podrían haber estado expuestos a andrógenos en el útero. Si bién representan una excepción a las reglas de madurez social, estos perros todavía responden a la modificación de conducta.

Por último, evidencias recientes indican que muchos perros exhiben agresividad por dominacia porque muestran inseguridad sobre su papel dentro la jerarquía social. La agresividad en tales situaciones podría tener sus raíces en la ansiedad. Es fundamental que los tratamientos contra la agresividad se centren en reducir la ansiedad. Un sistema de reglas justo y aplicable, podrá llevará a cabo todo ésto sin tener que recurrir a la violencia física o tratando de ser condescenciente, y esto tranquilizará al perro.

La clave para tratar todos los perros con problemas de agresividad, especialmente perros dominatemente agresivos, es la de evitar todas las circunstancias que puedan provocar que el perro reacione inapropiadamente. Esto significa, que debes ser un buen observador de tu perro. Si tu perro gruñe siempre que le mires fijamente, no le mires fijamente. Esta instrucción entra en conflicto con otras instrucciones que se encuentran comúnmente en manuales de adiestramiento, pero considera la siguiente lógica. Estás pidiendo al perro que responda a tu desafío (el mirar fíjamente). Un perro ansioso sólo se volverá más ansioso si tu persigues la amenaza. El comportamiento aquí es verdaderamente anormal, el perro no puede echarse atrás ante una amenaza. Si actúas así, te pones a tí mismo en riesgo ante una intensificación en la agresividad de tu perro. No estás cediento ante el perro, estás evitando una circunstancia a través de la cual el perro puede manipularte y en la que la ansiedad sólo puede intensificarse. Según progreses a través de los protocolos y los niveles 1 y 2 de los programas de modificación de conducta, estarás enseñando gradualmente a tu perro que debe guardarte respeto (deferencia) para conseguir cualquier tipo de atención.

Estas reglas también disminuyen la ansiedad en el perro. Más tarde, desensibilizarás al perro en situaciones en las cuales éste responde inadecuadamente. No puedes hacer todo esto simultáneamente. Recuerda, cada vez que el perro tenga una respuesta inapropiada, ocurren tres cosas:


El perro aprende de ello y aprende a reconocer de tus miedos y debilidades (los perros leen la comunicación no verbal muy bien, probablemente mejor que tú)
Refuerzas la conducta inapropiada simplemente permitiendo que continúe ocurriendo.
El perro reincide porque un acontecimiento violento le disgusta y le produce más ansiedad. Muchos perros actúan como si encontraran traumática su propia demostración de agresividad. Ellos se dan cuenta de que pasa algo que les causa desdicha, pero no pueden escapar de ello. Recuerda que los perros no desobedecen simplemente por desobedecerte, sino que se comportan así porque su conducta es anómala y necesitan ayuda.
La estrategia más segura para tratar con cualquier perro agresivo, particularmente para los dominantemente agresivos, es prestar atención solamente cuando el perro muestra deferencia hacia ti (Ver: "La Enseñanza del Respeto (Protocolo de Deferencia): Programa Básico"). Esta simple regla se puede generalizar para cualquier situación en la que se pueda encontrar el perro y le ayudará a reforzar no sólo aquellos tipos de conducta que van a ayudar al perro, sino también aquellos que tu desees.
Lista de Control
No intentes agarrar al perro con la mano o por el collar o tirarle de las patas. Primero, haz que el perro se siente y permanezca quieto. Entonces puedes llevarle con la correa o, preferentemente con un Gentle Leader/Promise System Canine Head Collar (*ref. en español: gentle-leader, *ref oficial en inglés: gentleleader.co.uk) (Nota del traductor: En España conocido como Halty). Todos los collares tipo Halty, te permiten controlar la dirección del cuerpo del perro y tener un control más seguro sobre él. El Gentle Leader/Promise System Canine Head Collar (o Halty), te permite cerrar el hocico del perro si se pone agresivo. Esto te mantiene a salvo e impide que el perro intensifique la agresión, en el mejor momento en el que el perro puede aprender. Si no puedes tender la mano hacia tu perro sin obtener una demostración de agresividad, utiliza una correa tipo lazo para pasear al perro.
No molestes al perro cuando está descansando, durmiendo o tumbado frente a la puerta, en el sofá o la cama. No pases por encima del perro. Siempre pídele que se venga hacia tí luego que se siente y permanezca quieto. Asegurate de no arrastrar o empujar al perro al perro fuera del sofá o de la cama si tiene sus patas encima tuyo o está apoyado sobre tí. Siempre advierte a tu perro de tus intenciones y después pídele que venga y se siente y permanezca quieto para obtener cualquier tipo de atención.
Si el perro te araña o salta sobre tí u otras personas, no empujes o tires del perro hacia abajo. En lugar de eso, date la vuelta, dobla los brazos e ignórale totalmente.
Si es necesario, pasea al perro sólo con un collar tipo Halty. Advierte a los vecinos que eso no es un bozal, sino que estás trabajando una modificación de conducta con el perro. Diles que si entienden lo que les pides, ayudarán al perro.
No jueges agresivamente con el perro (propinándole cachetes o haciendo "lucha libre"). Juega sólo con juguetes. Puedes saludar al perro dándole un juguete de trapo y jugar a "agarrar y tirar" con el juguete sólo si comienzas el juego con el perro sentado, pides al perro que coja el juguete, el perro coje el juguete sólo a tu orden, el perro suelta el juguete cuando se le dice que lo haga y .... siempre ganas el juego. Si no puedes llevar a cabo todas estas facetas del juego con exactitud, no jueges con el perro a "agarrar y tirar" del juguete, ya que estarás provocando que la situación se tuerza.
No permitas que el perro duerma en tu cama. Puede que incluso no debas permitir que el perro duerma en tu habitación. Ésto minimiza la posibilidad de que ocurra involuntariamente un trato inadecuado cuando estás dormido o seas menos capaz de anticiparte a un problema de conducta. La clave está en preparar al perro para tener éxito los objetivos, no para fallar.
La hora de darle la comida puede ser una situación reactiva. Muchos perros con agresividad relacionada con la comida, también presentan agresividad por dominacia. Si es necesario, ponle la comida al perro en una habitación separada, con la puerta cerrada para prevenir cualquier incidente violento. Si tienes niños pequeños deberías poder cerrar la puerta con llave. Si le das al perro restos de comida, debes echarle todos esos restos en su plato. No se debe permitir al perro pedir en la mesa y debe estar sentado y quieto en todo momento cuando se le va a poner su plato de comida. No le des de comer al perro desde la mesa si normalmente se pone agresivo cuando se trata de comida, porque esto crea una situación potencialmente explosiva y muy dificil de controlar.
No castigues físicamente al perro. Sin excepciones. Siempre vas a perder, porque causarás que el perro se ponga cada vez más ansioso o agresivo. Si el perro gruñe o se abalanza, dile No y rompre la situación. Puedes hacer esto pidiendole que entre en otra habitación y se siente, o también dejando ahí al perro y marchándote. Si el perro lleva un collar tipo Halty, tira del collar para que se cierre y díle No. Inmediatamente, dirige al perro con rapidez lejos de la situación que incita la conducta. Si es necesario sacar al perro de la habitación o de una situación determinada, espera a que el perro esté calmado. Después, practica unos pocos ejercicios de sentado (sit) y de permanecer quieto, de modo que se de cuenta de que debe actuar apropiadamente para obtener "buenas" atenciones. Recuerda, intenta evitar cualquier situación de agresividad.
Advierte a tus amigos y vecinos de que cualquier perro agresivo puede ser potencialmente peligroso y de que deben acatar tus instrucciones para minimizar el peligro para el perro y para ellos mismos. Si es necesario, cuando haya visitas mantén al perro en otra habitación y preséntale a los invitados sólo cuando tenga puesto el collar tipo Halty, y solamente cuando todo esté relajado. Si no haces ésto, puede que el perro no se intregre.
Si el perro continúa ladrando o gruñendo o te ignore en cualquier circunstancia y, si volviendo a hacer un ejercicio o tarea que que el perro conoce ya bien, ésto aun no funciona, márchate y déjale sólo o aíslale en otra habitación. El destierro es la más potente forma de corrección que puedes utilizar, pues elimina la habilidad del perro para controlar cualquier parte de la situación. Estos perro están habitualmente ansiosos y dependen de la constante interacción y manipulación para calmarse a ellos mismos. Eliminado esa opción y reemplazándola con un sistema coherente de reglas que ayude al animal a relajarse, puede ser el primer paso para poder enseñarle una conducta más apropiada.
Una vez que el perro esté controlado con los dos niveles de los protocolos de modificación de conducta y las técnicas tratadas previamente, es importante continuar reforzando el comportamiento adecuado del perro durante el resto de su vida. Los lapsos, invariablemente, resultan en una regresión en el comportamiento. Ésto ocurre porque el perro necesita reafirmación en la conducta. La agresividad no se cura, pero se puede controlar. Los perros con agresividad por dominancia no son individuos normales, pero pueden aprender a comportarse con normalidad.
La medicación contra la ansiedad puede ayudar a algunos perros que, de otro modo, no tendrían éxito con este programa. Recuerda, si se decide que la medicación puede beneficiar al perro, tienes que usarla como complemento a la modificación de conducta, no en lugar de ello.
YoOtraVez
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Mensaje por YoOtraVez »

Agresión por dominancia
Este tipo de agresión es la más frecuente de todas las conductas agresivas de los perros. Generalmente se observa en machos sin castrar, mayores de un año y medio de edad. Existe una mayor incidencia en los animales puros de raza, que en los mestizos. Esto es debido a que las cualidades estéticas que se premian en las exposiciones caninas, tales como cola erecta, porte alto, cabeza muy levantada, son muy similares a las actitudes y gestos propios de animales dominantes. El hecho de que debido a que somos nosotros los que decidimos quiénes tienen más posibilidades de reproducirse, lleva a una fijación en los genes con estos caracteres potencialmente dominantes. El perro que es agresivo por dominancia, puede serlo con todos o con alguno de los habitantes de la casa.

Por lo común, son animales muy amigables con los extraños. Debido a que el mundo de los cánidos se maneja con gestos, posturas y contactos corporales fuertes y como el perro es un animal social y gregario, los estímulos específicos que desencadenan la agresión, son los contactos corporales que sus dueños tienen para con ellos, tales como, caricias, cepillado, intentos de colocarles el collar o intentos de sujeción. Para el propietario, el ataque del perro no fue provocado pues él sólo lo estaba acariciando, pero para el perro había muy buenas razones para agredir. Esto es un punto crítico, ya que a la persona agredida le cuesta mucho entenderlo. Casi siempre los animales dominantes avisaron antes de llegar a la agresión directa.

Las señales de dominancia que el perro realiza para con sus dueños antes de llegar a morder, son varios. Por ejemplo: colocar su cabeza presionando sobre las rodillas de la persona, mirarlo fijamente a los ojos y no desviar la mirada, permanecer en el paso frente al propietario y no moverse del lugar… Si el dueño ha estado permitiendo todas estas situaciones, ya sea por temor o por desconocimiento, el animal comienza a creer que es el alfa, está por encima de su dueño y éste es su subordinado. Otro factor que afianza al perro en su condición de alfa, es el hecho de que muchas personas tienen la costumbre de dar de comer al perro antes de que coma la familia y por ende, le da al perro parte de la comida del plato cuando el perro así lo solicita.

¿Qué mensaje recibe el perro? Que tiene prioridad sobre el recurso disponible y derecho a alimentarse primero. Además, estamos reforzando este comportamiento dándole de comer de nuestro plato sin haber terminado nosotros. Por consiguiente, el perro entiende que debe reprender al dueño de la manera que sabe, cuando este no cumple con las reglas caninas de subordinación.

Este es el inicio de la Agresión dominante. Si bien la confrontación física puede invertir o detener este problema, no todos los propietarios de perros tienen la capacidad de lograrlo, sobre todo cuando se trata de perros con un peso y una fuerza considerables. Llegados a este punto, es imposible para el dueño obligar al perro a adoptar una postura de sumisión (alpha roll over) si antes no se han cambiado las reglas del juego, que le hayan hecho entender al perro cuál es su puesto en la jerarquía familiar de su manada. Por supuesto, esta técnica deberá ser realizada con toda la prevención y cuidado por parte del dueño o el experto en modificación de conducta y se utilizarán todos los medios necesarios para prevenir cualquier accidente de tipo agresivo que muestre el perro. Es recomendable por tanto, el uso de un bozal, para cualquier manipulación que hagamos al perro y no prescindiremos de él hasta estar seguros de que no va a haber ningún tipo de reacción ni problema.

El objetivo del tratamiento conductual es evitar lesiones e invertir el orden jerárquico en la mente del perro, y en la del dueño. Hay que actuar con mucho tacto y dejar las cosas claras al propietario. Para ello, es importante que el dueño acepte que ha cometido una serie de errores.

El perro, como animal social y gregario, necesita un líder. Si el dueño no lo es, ese puesto lo ocupará su perro, comportándose como tal y dando por hecho una serie de privilegios que tiene como alfa. Normalmente, los educadores caninos nos encontramos aquí con un problema añadido: el dueño. Este cree que lo ha hecho todo bien y está convencido de que el culpable es su perro. Cuando entienden los conceptos de gregarismo, manada jerarquía y como se consiguen, tenemos ya mucho ganado, porque sabrá el alcance de todos y cada uno de los errores que ha cometido, y estará en el proceso de conseguir tener el control de su perro. Para ello, utilizaremos todo lo que esté a nuestro alcance para conseguirlo. A partir del momento que el perro se tenga que “ganar el pienso”, estaremos en el buen camino de conseguirlo.

El propietario debe evitar todas las actitudes que puedan significar un reto de dominancia para el perro y así evitar las situaciones potencialmente peligrosas.

Se debe, además, comenzar con un programa bien detallado de modificación de conducta como por ejemplo el retiro de afecto y atención social cuando el perro muestra algún signo de agresividad, enseñarle algunos ejercicios de adiestramiento y recompensarlo cuando lo hace bien, sacarlo a la calle bastante tiempo para que gaste energías. No hay que olvidar que un perro que es agresivo con su dueño en su territorio, tal vez no lo sea en la calle por la inseguridad que esta última le inspira.

Características de la agresividad por dominancia

Se tiene que cumplir:
1. Hacia personas conocidas.
2. Postura ofensiva.
3. Se manifiesta en situaciones de competencia o conflicto jerárquico.

Las situaciones más frecuentes son:
• Castigar al perro
• Desplazar al perro
• Molestarlo mientras come.
• Contacto visual directo.
• Pasar por encima del animal.
• Ponerle la correa o bozal.
• Acariciarlo.
• Acicalarlo
• Manipularlo
• Contenerlo
Pero también hay excepciones, por ejemplo: hay perros tan dominantes que también muestran conducta agresiva hacia desconocidos.

Perros que por dominancia, adoptan una postura ambivalente. En estos casos hay que preguntar cuando fue la primera vez que el animal mostró agresividad y cuál fue la respuesta del propietario, ya que puede tener miedo al propietario pero seguir siendo dominante y por lo tanto, hay que tener en cuenta que si cumple los requisitos excepto la postura, puede ser perfectamente agresividad por dominancia.

La modificación de esta conducta es muy compleja y lleva bastante tiempo, voluntad y paciencia por parte del dueño. Normalmente los tratamientos conductuales suelen fracasar debido a que el propietario se cansa, al tener que seguir unas pautas de por vida, marcadas por el especialista en comportamiento.

Por último es importante recalcar que en los casos de agresión por dominancia, está contraindicado el castigo, pues desencadena una reacción más agresiva en el perro.

Con respecto a la farmacología utilizada en estos casos, principalmente se utilizan progestágenos en las dosis habituales, como también ansiolíticos benzodiacepinas para lograr mantener un nivel de seguridad mínimo con el fin de poder realizar las técnicas de modificación de conducta. En el caso de los machos, como se ha apuntado anteriormente, está indicada también la castración quirúrgica.
YoOtraVez
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Mensaje por YoOtraVez »

Puedes probar con un Halti. Que tu hermana lo pasee mucho con el Halti.
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