La adopción de un nuevo perro
Después de la muerte de Moro, quedó tan vacía la casa que parecía que faltaba el estímulo para seguir viviendo y es que cada rincón del jardín y en cada momento del día se notaba su ausencia.
Llegó el día que nos habían señalado para ir a adoptar al nuevo perro. Toda la familia preparada con el tiempo suficiente para no llegar tarde a la cita. Ya en el coche se nos acerca el abuelo nervioso por las horas de espera y nos dice: “casi, os acompaño también yo, así lo veo enseguida”
Se lo habíamos descrito con todo detalle después de la visita anterior al centro de adopción, cachorro de Pastor Alemán de unos tres meses, con una oreja puntiaguda y la otra completamente caída, vivo, gracioso, juguetón, lleno de energía y necesitado de cariño; sí seguramente iban a congeniar.
En cuanto se asomó para vernos y lo vio, supo que era él. El abuelo, hombre vigoroso y muy hábil en saber como tratar a los perros, pronto le encandila y se le entrega. Se le acercó y le habló con cariño, se dejó acariciar al principio temblando un poco; pero pronto, una luz radiante iluminó sus ojos y nos contagió con su alegría. Empezó a hacerle carantoñas y él lo siguió dando saltos y haciendo piruetas. Busca en el interior de una bolsa de plástico una flamante correa, se la pone y el pequeño cachorro zalamero y juguetón no para de subírsele con sus patas delanteras por el pantalón del que ya considera su dueño. Parecía estar empezando una bonita historia.
El abuelo nos manifiesta con orgullo la aceptación mutua y lo cataloga como muy listo y vivaz, al que tendrá que cuidar con toda clase de precauciones para que no se le escape, sobre todo al principio.
Lo más duro llegó un momento después. La crueldad se hizo presente en la entrevista con la directora del centro de adopción.
- ¿Adónde va a ir este cachorro?
- A una finca
- ¿A una finca? Ni hablar, para que se muera de frío.
- Pero si es donde vivimos nosotros, porque lo llevamos con nosotros.
- ¿Quién es el que va a estar más tiempo con el perro?
- Mientras nosotros trabajamos y las niñas están en el colegio, el abuelo.
- ¡Pero si es un señor mayor!
- Sí, pero siempre ha tenido perro en casa y sabe como tratarlos.
- Yo quiero que me aseguren quién se va a hacer cargo de este perro dentro de 15 años.
- Señora, dentro de 15 años no sabemos lo que nos puede pasar.
- Y ¿Qué lugar de la casa va a ocupar?
- Ya tiene preparada su caseta en el jardín de la casa.
- ¡¡En una caseta!! ¡¡¡Un miembro más de la familia!!! Eso sí que no lo consiento.
- Es que va a vivir con nosotros.
- Sí, pero luego que se muera de frío. Es que aquí no hay cultura de cómo tratar a los animales, ustedes tienen que aprender mucho de las personas extranjeras, ellas vienen hasta aquí para adoptar a su perro y saben como tratarlo.
- Sobre todo los que les ponen vestiditos y zapatos.
- Yo no digo que ustedes le tengan que poner zapatos, pero que tienen mucho que aprender de cómo tratan ellos a los animales y bla, bla, bla…
El abuelo durante todo el tiempo se mantuvo en silencio y ya sin ninguna esperanza de conseguir lo que más deseaba, tan sólo empujado por el deseo de que no lo siguieran humillando se me acercó y dijo: “vámonos”.
Mientras yo me despido, lo veo alejarse con la bolsa de plástico en la que ha vuelto a guardar la correa sin estrenar a la vez que una lágrima furtiva se le escapa de sus ojos.
Lo más duro fue soportar, sabiéndonos observados por la espalda, que unos ojos tristes y silenciosos sentían que una vez más lo habían abandonado.
Una historia sin final feliz
-
- Principiante
- Mensajes: 1
- Registrado: Vie Oct 30, 2009 7:27 pm
- nuriaBogartDana
- Dios del foro
- Mensajes: 10257
- Registrado: Mar Oct 21, 2008 9:16 am
- Ubicación: Cantabria
no sé si es tu experiencia y es una mala experiencia. pero en la prote deberían haberos hecho la entrevista lo primero, todo eso se pregunta antes de q nadie se ilusione, porque luego pasa lo del abuelo, se vuelve a casa solo, sin el que él iba a considerar su nuevo amigo
El hecho simple de que mi perro me quiere más que yo a él constituye una realidad tan innegable que, cada vez que pienso en ella, me avergüenzo (Konrad Lorenz).
La verdad es que encuentro un poco exagerados a la protectora, ya sé que deben mirar muchas cosas y sobre todo las condiciones en las que estará el perro, pero tal como lo cuentas creo que podria haber sido un perro muy feliz. Y el abuelo habria tenido un gran compañero. Hubiera sido distinto si este señor viviera solo, pero estando en familia no creo que tengais ningún problema en conseguir otro perrito al que podais ayudar.
Mucha suerte
Mucha suerte