Todos estamos al tanto de las consecuencias de la crisis económica que estamos viviendo. Muchos amigos, conocidos y familiares se quedan en el paro. Pero, muchas veces no somos conscientes de que no somos los únicos afectados. Loquilla comenzó a trabajar en la obra siendo un cachorrito. Al principio era el juguete de todos los trabajadores. En sus ratos libres la acariciaban, la mimaban, le daban parte de su comida y la enseñaban a sentarse y a dar la patita. Durante la noche, recorría la obra con el vigilante, y aprendió a avisar si alguien se acercaba. Para ella no era un trabajo. Era su vida, cuidar de los que la cuidaban, avisar y vigilar para que nada les pasase ni a ellos ni a sus posesiones. Les quería. Pero, después de 6 años, cuando las cosas han ido mal, no le han pagado con la misma moneda. La obra terminó y ya no servía. Ni siquiera se plantearon adoptarla como mascota, como miembro de una de las familias de los que habían compartido tanto con ella. Simplemente sobraba y la dejaron sola. Sin comida, ni agua, ni cariño y compañía.
Ahora busca un hogar definitivo donde seguir dando cariño y por primera vez, recibirlo de manera incondicional.
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