¿Para qué? Para eutanasiarla. ¿El animal tenía algún problema de salud? Ninguno. Había que sacrificarla por expreso deseo de los dueños. Apelando a la ética profesional, los veterinarios se negaron a ponerle una inyección letal a Nora. Al fin y al cabo, ¡es una perra sanísima!
Intentando dejar de lado el mal sabor de boca que provocan este tipo de casos, Nora merece una familia que de verdad la quiera y la cuide. Es de tamaño pequeño por lo que se adaptaría perfectamente a la vida en un piso. Se lleva bien con otros perros y también con las personas.

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