Tu dueña está destrozada, me imagino que ya lo sabes, y nosotros también, aunque no fueras nuestro perro.
Los gordos, cuando pasan por delante de tu casa, todavía se quedan mirando la puerta moviendo el rabito, esperando que salgas a darles un buen revolcón.
Siempre te vamos a recordar, SIEMPRE.
Adiós, mi amor.

