Carta a mi perra JARA
Carta a mi perra JARA
No recuerdo la fecha exacta en me llamaron para decirme que había sido padre. De esta manera tan original me comunicaron que me habían regalado un perro. El regalo me lo había hecho un propietario de un local de Badalona en agradecimiento de las atenciones que había tenido con él en el desarrollo de unas obras.
Recuerdo, que me fui sin decir nada a nadie en un tren regional a recogerte, me dieron a elegir entre unos 6 cachorros, te vi y te acaricie, enseguida me runruneaste acoplándote a mi mano.
Me dieron una camiseta vieja para que te abrigara y con ese atavío, te lleve a casa de unos amigos, donde estaba Pura, mi mujer. Que cara puso, ¡No quiero perro! esa fue su frase.
Enseguida los hijos de mis amigos te cogieron y casi te dejan de caer al suelo, eras gordita, con cara seria reflejando tu raza, de Rottweiler. Prometí a mi mujer que en unos días te buscaría dueño y así fue como entraste en nuestras vidas.
No tardaste ni una semana para que todos te acogiéramos en nuestra familia, te hiciste querer enseguida, y te pusimos un nombre. Propuse el de un arbusto de mi tierra y que abunda por las zonas agrestes del campo extremeño, “JARA” todos lo aceptaron y ahí empezó tu estancia con nosotros.
Eras una perra preciosa, alegre, con carácter pero una perra entrañable, recuerdo cuando el primer día te puse un collar, no querías, te negabas a llevarlo, pero pronto te hiciste a él.
A lo largo de estos doce años que has estado con nosotros, ¡qué momentos más felices nos has dedicado!, ni un mal gesto, ni un ladrido mal dado; solo cuando querías algo, eras como un reloj, llegamos a saber lo que querías en cada momento. ¡Qué lista eras, como entendías a todos!
¡Qué relación tenias con cada uno de la familia!, comías de todo lo que te nosotros comiéramos. Hasta con el abuelo Ernesto, que un día te dio un gajo de naranja, lo aceptaste y como te gustaba luego!, se te caía la baba cuando vías comer naranja, ¡eras una glotona!.
Los viajes que realizábamos eran para ti todo un acontecimiento, nada mas veías hacer una maleta, ya estabas a la expectativa de que había marcha. Te quedabas tumbada al lado del equipaje como temiendo que te dejáramos. No quedabas tranquila, hasta que no subías al coche.
Como me esperabas detrás de la puerta a la hora que yo venía de trabajar para que te sacara. ¡Qué carantoñas me hacías!, hasta hace unos días cuando tu enfermedad ya llamaba a su fin. Aun cuando te dábamos de beber interrumpías la ingesta del agua, para que se para ver si yo estaba o me había ido.
¡Ufffffff cuanto te hemos querido!
Tus salidas eran de reloj, si un día me saltaba una, ya estabas protestando.
De vez en cuando, te llevaba a la sierra de Collserola, en un tren de cercanías. Que bien lo pasabas… Después en casa, venias cansada de la excursión y te tumbabas en el suelo recuperando fuerzas.
Que cariño nos expresabas a todos, mis amigos eran tus amigos. Como los recibías cuando venían a casa.
Ufffffff, ¡qué recuerdos teniendo tan cerca tu ida!.
Anoche fue una noche especial, me despertaste a eso de las 4 de la madrugada y ya vi que era tu adiós. Pasé esas horas junto a ti, acariciándote, hablándote. Me mirabas como si te quisieras despedir. ¡Qué duro fue!.
¡Te recordaremos siempre! Has dejado tu huella en todos nosotros y siempre te recordaremos como una amiga, una más de la familia.
¡Hasta siempre, JARA!.
Recuerdo, que me fui sin decir nada a nadie en un tren regional a recogerte, me dieron a elegir entre unos 6 cachorros, te vi y te acaricie, enseguida me runruneaste acoplándote a mi mano.
Me dieron una camiseta vieja para que te abrigara y con ese atavío, te lleve a casa de unos amigos, donde estaba Pura, mi mujer. Que cara puso, ¡No quiero perro! esa fue su frase.
Enseguida los hijos de mis amigos te cogieron y casi te dejan de caer al suelo, eras gordita, con cara seria reflejando tu raza, de Rottweiler. Prometí a mi mujer que en unos días te buscaría dueño y así fue como entraste en nuestras vidas.
No tardaste ni una semana para que todos te acogiéramos en nuestra familia, te hiciste querer enseguida, y te pusimos un nombre. Propuse el de un arbusto de mi tierra y que abunda por las zonas agrestes del campo extremeño, “JARA” todos lo aceptaron y ahí empezó tu estancia con nosotros.
Eras una perra preciosa, alegre, con carácter pero una perra entrañable, recuerdo cuando el primer día te puse un collar, no querías, te negabas a llevarlo, pero pronto te hiciste a él.
A lo largo de estos doce años que has estado con nosotros, ¡qué momentos más felices nos has dedicado!, ni un mal gesto, ni un ladrido mal dado; solo cuando querías algo, eras como un reloj, llegamos a saber lo que querías en cada momento. ¡Qué lista eras, como entendías a todos!
¡Qué relación tenias con cada uno de la familia!, comías de todo lo que te nosotros comiéramos. Hasta con el abuelo Ernesto, que un día te dio un gajo de naranja, lo aceptaste y como te gustaba luego!, se te caía la baba cuando vías comer naranja, ¡eras una glotona!.
Los viajes que realizábamos eran para ti todo un acontecimiento, nada mas veías hacer una maleta, ya estabas a la expectativa de que había marcha. Te quedabas tumbada al lado del equipaje como temiendo que te dejáramos. No quedabas tranquila, hasta que no subías al coche.
Como me esperabas detrás de la puerta a la hora que yo venía de trabajar para que te sacara. ¡Qué carantoñas me hacías!, hasta hace unos días cuando tu enfermedad ya llamaba a su fin. Aun cuando te dábamos de beber interrumpías la ingesta del agua, para que se para ver si yo estaba o me había ido.
¡Ufffffff cuanto te hemos querido!
Tus salidas eran de reloj, si un día me saltaba una, ya estabas protestando.
De vez en cuando, te llevaba a la sierra de Collserola, en un tren de cercanías. Que bien lo pasabas… Después en casa, venias cansada de la excursión y te tumbabas en el suelo recuperando fuerzas.
Que cariño nos expresabas a todos, mis amigos eran tus amigos. Como los recibías cuando venían a casa.
Ufffffff, ¡qué recuerdos teniendo tan cerca tu ida!.
Anoche fue una noche especial, me despertaste a eso de las 4 de la madrugada y ya vi que era tu adiós. Pasé esas horas junto a ti, acariciándote, hablándote. Me mirabas como si te quisieras despedir. ¡Qué duro fue!.
¡Te recordaremos siempre! Has dejado tu huella en todos nosotros y siempre te recordaremos como una amiga, una más de la familia.
¡Hasta siempre, JARA!.
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