Pulsan era una preciosa mestiza de cocker, la perrita de enfrente de casa. Nos seguia en nuestros paseos y era la primera en recibirnos cuando llegabamos a nuestra calle.
Linda era una cazadora, una preciosa braquita. Pasó su juventud cazando con su dueño los domingos, y tuvo la enorme suerte de que el no se desprendió de ella cuando dejó de cazar. Pasó sus ultimos años tomando el sol delante de su casa, recibiendo las caricias de todo el que pasaba por allá. Podia entrar y salir cuando queria pero nunca, NUNCA, se fue mas allá de la esquina.
Pulsan y Linda fueron sacrificadas mas o menos por la misma epoca, sufrian demasiado. Ellas fueron las ultimas perritas que vivieron la antigua vida de pueblo, que podian entrar y salir de sus casas y siempre volvian. Ellas aún vieron las puertas de las casas abiertas, y siempre recibian alguna chuche cuando entraban en ellas.
Dama y yo nos acordamos de vosotras, preciosidades.
