El 25 de julio de 2008 fuimos todad la familia a la piscina, hacía un calor de muerte asi que decimos ir a darnos un baño. Kana se quedó en casa, pero con mucha inquietud. Desde que nació Nico le había vuelto la ansiedad y no llevaba muy bien lo de quedarse sola, al fin y al cabo nosotros éramos su manada "¿Porqué no íbamos todos juntos?" parecía preguntarse.
Cuando volvimos no salió a recibirnos...que raro, antes de abrir la puerta ya se la oía al otro lado loca de contenta, pero ese día no salió. La buscamos por la casa, pero no aparecía. Y a mi marido se le ocurrió mirar por la ventana......y allí estaba, en la calle........
Bajé como un rayo con el corazón y el estómago contarido por la angustia..."No puede ser....no puede ser...." me decía a mi misma. Cuando llegué a su lado no se movía, no respiraba. Sus ojos antes llenos de vida ahora estaban vidriosos , pero la tocaba y es como si estuviera viva .......mi querida Kana, ¿Que coño ha pasado?
Lo que ocurrió fué que escuchó nuestro coche venir por la calle y se asomó a la ventana; al meternos en el garaje nos perdió de vista entonces salió al alfeizar y caminó hasta la terraza del vecino. Allí se resbaló y cayo al vacío. Afortunadamente murió en el acto a causa de la altura, cosa que en el fondo agradezco pues no hubiera soportado verla agonizar.
Nos dejó echos polvo, lloramos mucho y aún la sigo llorando, la echo mucho de menos. Mi hija de dos años y medio sufrió pesadillas durante todo el verano incapaz de entender porqué su compañera de juegos se había ido de repente. Le contamos que Kana había cogido un avión y se había ido a vivir a una estrella y como estaba muy muy lejos no podía volver. Ahora cada vez que mi hija ve el Lucero del Alba ( aunque no es estrella ) dice con su lengua de trapo :- Mira!! la estrellaa de Kana!!
Encontré una poesía de Jenaro Talens en un libro que tengo sobre perros muy bonita , se la tengo puesta en un libro que le hize especialmente para ella, para que su recuerdo no se perdiese y la quiero compartir con vosotros.
En este amanecer
frio y lluvioso
del mes de abril,
con pájaros, con flores,
mientras corres sin rumbo
entre las hierbas húmedas
sobre las piedras,
por el descampado,
sopla en el aire
una efímera ráfaga.
La luz que yo pronuncio te ilumina.
Digo una palabra y brilla ( es todo
lo que tengo para saber que es luz).
En ella te disuelves
para surgir de nuevo a su exterior,
venir a mí, lamerme, acariciarme.
Tus ojos grandes me interrogan, son
como los míos, vagamente humanos,
me devuelven el gesto
de una mirada cómplice, y no hay ya
muerte, ni angustia ni dolor, tan solo
el puro discurrir de la mañana
Así era de hermosa.
Hace un año y medio, era la sombra de mi hija.
