los principales errores de los propietarios

[EMIyMAX]

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Todos los que compartimos nuestras vidas con un animal de compañía, deberíamos tener muy presente que somos los últimos y los únicos responsables de su salud; que según nuestro interés o dejadez, nuestro buen o mal hacer, ellos tendrán una mejor o peor vida, una mayor o menor “suerte”.

Es muy triste plantearse que un gran número de las enfermedades o accidentes que padecen nuestros mejores amigos se deben a la negligencia o a la dejadez de sus mejores amigos, los seres vivos de “dos patas”.

El cariño mal entendido, los consejos de amigos o “expertos”, las recomendaciones de los vecinos en casos similares, la falta de tiempo o de interés, suelen desencadenar problemas de mayor o menor gravedad que sólo tienen un último y sufrido destinatario: nuestro animal de compañía.

En la mayor parte de los casos, por no decir siempre, éstos problemas se evitarían con una sencilla combinación: una correcta y completa información por parte de los verdaderos profesionales, unida al verdadero interés del propietario para poner en práctica las informaciones obtenidas.

CARIÑO “MAL ENTENDIDO”

Existen curiosos mensajes que parten de la boca de propietarios que “humanizan” de forma sistemática a su mascota: “a mi perro no le falta de nada…”, “vive a cuerpo de Rey…”…

Estos animales suelen comer comida de personas, descansan y duermen en los lugares de las personas, son bañados con una frecuencia similar a la de las personas…

Si nos centramos un momento en la alimentación, podremos comprobar que estos perros se alimentan principalmente con comida preparada en casa, y no sólo eso, generalmente disfrutarán de un aporte regular de todo tipo de “chucherías”: chocolate, galletas, sobras…

Este inadecuado régimen alimenticio conduce inexorablemente a variadísimas patologías (digestivas, locomotoras, cardiovasculares…); pero lo más curioso, es que el propietario que provoca estas situaciones nunca llega a ser consciente, por más que se le explique, de que sus acciones pueden ser perjudiciales para su mejor amigo: “lo que es bueno para mí, es bueno para mi perro”.

En lo referente a la higiene, el cariño “mal entendido” actúa sobre los siguientes puntos:

- PIEL Y PELO: tanto la falta de cuidados, como su exceso, pueden desencadenar serios problemas a nuestro querido amigo. Como estamos hablando de exceso de cariño, nos detendremos en los lavados “cuasi compulsivos”: un perro no necesita ducharse todos los días… nuestra piel, nuestra higiene personal y su repercusión social, si soportan y requieren las diarias sesiones de duchas, baños o similares; nuestro perro, sin embargo, obtendrá perjuicios si aplicamos una rutina excesiva sobre su especial piel.

Debemos acudir al profesional para que nos indique cuales son las mejores pautas, cada cuánto tiempo debemos bañar a nuestra mascota y con qué productos. No debemos olvidar que la piel y el pelo del perro tienen unas necesidades totalmente distintas a las nuestras; por mucho cariño que les tengamos, los baños no les hacen la misma falta que a nosotros.

- OREJAS Y OJOS: estas importantísimas estructuras requieren de una higiene periódica con productos adecuados; la aplicación continua de ungüentos “mágicos”, el uso indiscriminado de colirios y pomadas de medicina humana, son métodos poco adecuados que deben dejar paso a los productos específicos para animales de compañía prescritos por los profesionales. Ante la duda, utilizaremos papel o gasas secas para retirar la suciedad visible, y nos olvidaremos del uso de cualquier tipo de productos sin prescripción facultativa.

- DIENTES: nuestra mejor acción para mantener un buen estado dental es alimentar al animal con productos adecuados (correcta proporción de proteína y mejor en el formato de pienso, por su mayor capacidad de limpieza mecánica); sería ideal haber acostumbrado al perro a cepillados dentales rutinarios (al menos una vez a la semana), y debía ser obligado olvidarnos del huso de ciertos métodos de higiene dental: huesos de rodilla, pan duro, manzanas… en el mejor de los casos, estos curiosos métodos solo desequilibran la ración diaria; en el peor de los casos pueden provocar graves lesiones digestivas por acumulo de huesos o por su acción directa sobre las paredes gástricas o intestinales.

Finalmente, y dentro del apartado del cariño “mal entendido” queremos referirnos a las “malas costumbres”.

Por deferencia hacia el perro, porque nos da pena, por demasiadas razones, permitimos al perro adueñarse del sillón, dormir en la cama, correr suelto por la calle, gruñir al amo… todo este gran grupo de acciones originadas por el “cariño” del propietario hacia su animal, pueden conducir a tener un animal mal educado y poco parecido a lo que debe ser una mascota integrada en la familia y en la sociedad.

No deberíamos olvidar que la permisividad en la educación, que el desconocimiento de las necesidades reales de nuestra mascota, pueden conducir a graves conflictos (mordiscos, agresiones…); no pensemos que por concederles todos los caprichos o por tratarles como a iguales van a ser más agradecidos… seguramente serán mas dominantes y nos lo harán saber en el transcurso de nuestra relación.

ODIOSAS COMPARACIONES.

Todos llevamos en nuestro interior al mejor seleccionador Nacional de fútbol, al mejor crítico de cine y de televisión…

Todos nos permitimos el lujo de recomendar aquello que en algún momento de nuestras vidas nos dio resultado o nos sacó de un apuro.

Cuando hablamos de los perros, todos tenemos un veterinario, un especialista de comportamiento y un criador dentro; cuando un amigo nos plantea el problema de su querido animal, saltamos como un resorte y le proponemos algo que nos vino bien en un problema similar de nuestro can, o algún que otro fármaco utilizado por algún que otro amigo o conocido…

“Al perro de Fulanito le pasaba lo mismo…”, “seguro que le viene bien lo que le mandaron al Caniche de Menganita…”.

Si nuestras mascotas pudieran entender estas frases, se esconderían; seguro que intentarían evitar el mismo remedio que tan buen resultado dio en el perro de Fulanito; por desgracia, y por supuesto, que el remedio se aplicará sin consultar al profesional; como mucho el veterinario entra en escena cuando el maravilloso tratamiento no ha dado el más mínimo resultado o ha empeorado la situación.

Es muy difícil no caer en el mismo error que tanto practicamos en nuestros hogares sobre nuestros organismos: la automedicación; utilizamos lo que tenemos a mano, lo que nos recomiendan los profanos, lo que supuestamente mejoró a otro amigo o familiar en una supuesta y similar situación… por simpatía, ¡¡también “automedicamos” al perro!!.

Deberíamos ser más serios, o un poco más prudentes; ante cualquier posible patología en nuestro perro, acudamos al profesional. ¿Quién nos asegura que la patología del perro de Fulanito es la misma que padece nuestro perro?, ¿no será que ambas patologías comparten dos o tres síntomas, aunque la causa sea totalmente distinta?.

Los consejos de las personas de nuestro entorno y las experiencias de los conocidos del parque nunca tendrán suficiente valor, porque ¿cuánto vale la salud de nuestra mascota?.

Si hemos cometido el error de administrar algún fármaco sin la prescripción del veterinario, seamos responsables y confesemos nuestra culpa… puede que el producto aplicado haya influido negativamente en la salud del animal, y el veterinario debe conocer el alcance de nuestra fechoría.

¿FALTA DE TIEMPO… O DE INTERÉS?.

Finalmente comentar un punto preocupante: ¿qué podemos esperar de un propietario que no dedica el suficiente tiempo, interés y recursos a su perro?.

Cuando nos decidimos a incorporar a un animal de compañía a nuestras vidas, parece que somos plenamente conscientes de que ellos nos necesitan, que vamos a ser los responsables de su salud, de su estabilidad emocional, de su felicidad…

Pero en muchos casos el paso del tiempo nos hace olvidar las buenas intenciones iniciales; lo que era evidente se convierte en infrecuente, lo que era obligatorio se transforma en una carga…

Un perro necesita tenernos cerca.

Nuestro buen amigo desea compartir su tiempo diario con el resto de los integrantes de la manada; nuestras obligaciones, nuestro acelerado ritmo de vida nos impiden, o nos sirven de excusa, en muchas ocasiones para no pasar suficiente tiempo con nuestro mejor amigo. Esta soledad del perro puede acarrear variados problemas de comportamiento.

Un perro requiere ejercicio, esparcimiento, juego… ¡¡aire libre!!.

Al perro no le es suficiente un corto paseo de “aliviado de esfínteres y vuelta a casa”; debemos dedicarle un tiempo a los paseos: en ellos le recordaremos las órdenes aprendidas, le seguiremos socializando con su entorno: personas, otros animales, coches, ruidos… interaccionaremos mediante el juego, disfrutaremos…

Las salidas diarias son necesarias, imprescindibles… si no se las facilitamos, no nos extrañemos si el animal es miedoso con la gente o con otros animales, si no obedece las órdenes, si se vuelve sedentario…

Un perro necesita cuidados: vacunas, desparasitaciones, revisiones periódicas…

Si nosotros no queremos acudir al médico cuando nos encontramos mal, si no queremos cuidarnos… ¡¡mal!!, pero al menos tenemos la capacidad de decidir hacerlo o no hacerlo; el perro depende totalmente de nosotros, él no es capaz de decidir que quiere evitar las molestas picaduras de las pulgas, las dolencias digestivas de una parasitosis intestinal o las graves consecuencias del moquillo.

Nosotros somos los responsables de su salud; no sirven las excusas habituales, no son aceptados los olvidos… con la salud no se juega.

Un perro necesita muchas cosas, pero todas ellas se pueden resumir en una: el perro necesita al hombre.

Si no vamos a ser capaces de darles todo lo que requieren, deberíamos plantearnos su tenencia; si no somos capaces de ser los mejores amigos del perro, no incorporemos a nuestras vidas al mejor amigo del hombre

[Rowan]

Muy bueno, Emi

[taliesim]

[Rodro]

Jeje, me gusta.

[Valeria-FoxTerrier]

Me encantan estos post tan interesantes que nos haces llegar Emy.

[Gigi]

[kankel]

Muy bueno Emy

[nhete80]

cuantas verdades...

[emi]

Muy bueno Emi .. pero q el mio no come chocolatre , ten lo x seguro , pues a mi no me gusta , x lo tanto no suelo tener chocolate en casa ,.
lo del baño , con una vez cada 15/20 dias ,,.
respecto a los mimos .
Son cuando yo qiero y no el , . bueno tambien le doy mimicos cuando el me lo pide , pero no siempre , x q si no esta todo el dia pegado a mi como un a lapa y eso es lo q hay .
Lo de los diente , es un poco joio , pues no le ha gustado nunca q le toqe la boca , y eso son unas peleas impresionantes con la miniatura jajaj .
Y a mi no me enseña los dientes ni en broma , x q no se lo consiento.
Lpo del sofa o la cama , como a mi madre no le gusta , pues en la cama no , pero en el sofa , a la hora de la siesta , sin q mi madre se entere si lo dejo subir un ratito , y el es feliz esa hora q esta tumbado en el sofa

[zuritzi]